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  El Presidente Bush visita una organización basada en la fe en Plainfield, Nueva Jersey. Foto por Eric Draper de la Casa Blanca.

"Estados Unidos es materialmente rico, pero aún existe demasiada pobreza y desesperación en medio de la abundancia. El gobierno puede reunir a las fuerzas militares, pero no puede poner esperanza en nuestros corazones ni darle propósito a nuestras vidas"."

El Presidente Bush

 

Iniciativas Basadas en la Fe y Comunidad: Una Reunión de las Fuerzas de la Compasión

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El Problema
Nuestro país tiene un honorable compromiso desde hace mucho tiempo de asistir a las personas, familias y comunidades que no han participado plenamente en la creciente prosperidad de los Estados Unidos. A pesar de la multitud de programas y compromisos renovados por el gobierno federal y los gobiernos estatales de combatir el desamparo social, la pobreza y la desesperación aún afligen a demasiados de nuestros vecinos en medio de nuestra abundancia.

Considere:

  • Hasta 15 millones de jóvenes corren el riesgo de no tener una vida adulta productiva— al caer en las garras del crimen, las drogas y otros problemas que dificultan su habilidad para educarse, incorporarse exitosamente a la fuerza laboral o contribuir con la sociedad de otras maneras;
  • Los padres de más de 2 millones de niños están en la prisión o cárcel; más de dos millones de niños se encuentran en hogares de guarda, y más de un quinto de aquellos niños están esperando ser adoptados;
  • En el año 1997, nacieron más de un millón de bebés de madres solteras, siendo muchas de éstas niñas también; y
  • Más de una de cada seis familias estadounidenses con hijos tiene un ingreso anual de $17,000 o menos.

Millones de estadounidenses están esclavizados por las drogas o el alcohol. Cientos de miles viven en las calles. Y a pesar de los muchos logros de la reforma al bienestar social, demasiadas familias continúan siendo dependientes y a muchas de aquellas que ya no son parte de la nómina pública apenas les alcanza el dinero.

Una nación grandiosa y próspera puede y deber hacer más. Los estadounidenses constituyen un pueblo muy compasivo y no tolerará la indiferencia hacia los pobres. Pero también quieren resultados compasivos, no sólo intenciones compasivas.

La Reforma del Bienestar Social
El pueblo estadounidense apoya un gobierno que desempeña funciones vital, pero de otro lado quiere ver que sus dólares federales tengan un impacto en las vidas de los desfavorecidos. Los estadounidenses creen que nuestra sociedad debe encontrar maneras de brindar recuperación y renovación. Y consideran que el gobierno debería ayudar a los necesitados a lograr la independencia y responsabilidad personal.

Para lograr estas metas, la asistencia federal debe hacerse más efectiva y ajustarse más a las necesidades locales. No sólo debemos delegar el apoyo federal a los gobiernos estatales y locales, cuando sea apropiado, sino también transferir la asistencia a aquellos en los vecindarios que propician la recuperación y brindan ayuda, a aquellos que la necesiten más. Los programas sociales tradicionales a menudo son demasiado burocráticos, inflexibles, e impersonales en satisfacer las serias y complejas necesidades de los pobres. Las reformas deben hacer del gobierno federal un socio de aquellos en los grupos comunitarios basados en la fe y en la comunidad que atienden las necesidades de otros y en quienes los afligidos ponen su confianza. Estas organizaciones hacen milagros todos los días, gozan de éxitos poco comunes, pero cuentan con pocas manos y muchos adversarios. Debemos identificar y reforzar a estos héroes silenciosos, tanto consagrados como laicos, que están logrando grandiosos resultados cívicos.

Utilizar los éxitos como Fundamento
Este gobierno propone una función distinta para el gobierno en la política social social — un nuevo inicio y una estrategia audaz. Reestructuraremos la política y los programas federales para movilizar, apoderar y colaborar de la mejor manera posible con grupos de base y sin fines de lucro. Reforzaremos y respaldaremos los programas que funcionan e incrementaremos sus dimensiones. También debemos comprometernos a suscitar un caudal de donaciones privadas por personas, corporaciones, fundaciones y otros a las fuerzas de la compasión que laboran diariamente para fortalecer las familias y comunidades.

Debemos seguir preguntándonos: ¿En qué consiste la responsabilidad social del gobierno federal? ¿Qué porción de nuestro presupuesto federal debe ser asignado a los programas sociales? Estas son preguntas vitales. Pero de la misma importancia es la cuestión de cómo debe desempeñar su labor social el gobierno federal. En la política social, el sector independiente —los proveedores laicos y afiliados a grupos religiosos, las asociaciones cívicas, las fundaciones y otros que otorgan donaciones sido un socio indispensable y preciado del gobierno. Nuestro propósito es contribuir a, mas no quitar de, sus buenas obras.

Nos concentraremos en ampliar la función en los servicios sociales de los grupos basados en la fe y otros que prestan servicios a la comunidad que tradicionalmente han estado apartados del gobierno. No lo hacemos por favoritismo o porque son las únicas organizaciones importantes, sino porque frecuentemente han sido descuidados o excluidos de la política federal. Nuestro propósito es ofrecer las mismas oportunidades a dichos grupos, reglas del juego equitativas, oportunidades justas de participar si sus programas tienen éxito. Exhortaremos a las agencias federales a que acojan más a los programas de base y de pequeña escala, tanto consagrados como laicos, porque tienen atributos únicos que el gobierno no puede replicar.

TEl gobierno federal debe continuar desempeñando una función prominente en la búsqueda de soluciones a la pobreza y al desamparo social. Pero esa función debe ir más allá del financiamiento de programas tradicionales y desgastados, y colaborar en vez con los ayudantes que residen en los corazones de los vecindarios pobres. Los estadounidenses merecen una gran variedad de opciones porque, no puede existir una sola solución cuando es cuestión de vencer a las adicciones, la pobreza, la reincidencia, y otros problemas sociales.

La Oficina de Iniciativas Basadas en la Fe y Comunidad
La Oficina de Iniciativas Basadas en la Fe y Comunidad tiene la responsabilidad principal de promover el programa del Presidente para fortalecer y ampliar los servicios de base y basados en la fe. La oficina colabora con agencias federales, el Congreso, y los gobiernos estatales y locales para promover cambios en las políticas, leyes y regulaciones. También colabora con grupos filantrópicos privados, el sector de organizaciones sin fines de lucro, los negocios, las muchas comunidades estadounidenses de la fe, y los grupos de vecindario para exhortar, difundir y fortalecer un compromiso renovado al servicio comunitario.

Centros para las Iniciativas Basadas en la Fe y Comunidad
El Presidente ha establecido Centros para las Iniciativas Basadas en la Fe y Comunidad en cinco agencias importantes del Gabinete para, al cambiar la manera en que opera el gobierno federal, promover así el programa de su gobierno basado en la fe y en la comunidad. Estos centros evaluarán las políticas, los programas de financiamiento, y las estrategias de comunicación y asistencia técnica de la agencia para garantizar que pongan énfasis en la efectividad y hospitalidad de las organizaciones basadas en la fe y comunidad.

Centros para las Iniciativas Basadas en la Fe y Comunidad en los Departamentos de:

  • Salud y Servicios Humanos
  • Vivienda y Desarrollo Urbano
  • Justicia
  • Educación
  • Trabajo

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