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Oficina del Secretario de Prensa
17 de diciembre de 2008

Declaraciones del Presidente en Materia de Seguridad Nacional, Seguridad Interna y el Plan para la Libertad
U.S. Army War College
Carlisle, Pensilvania

12:58 P.M. EST

EL PRESIDENTE: Muchas gracias. Sírvanse tomar asiento. (Aplausos.) Gracias por la cálida bienvenida. Siento llegar tarde. (Risas.) Pero es un honor para mí volver al Army War College. Hace unas semanas, celebraron ustedes el 107mo aniversario de esta institución. Fue interesante enterarme de que la institución originalmente estaba ubicada frente a la Casa Blanca. Aparentemente, tras unos años en la avenida Pensilvania… (risas)… fue momento de mudarse. (Risas.) Laura y yo los entendemos. (Risas y aplausos.)

President George W. Bush addresses his remarks on national security, homeland security and the Freedom Agenda Wednesday, Dec. 17, 2008, at the U.S. Army War College in Carlisle, Pa. In his address President Bush said, "As President, I've had no higher responsibility than waging this struggle for the security and liberty of our people." White House photo by Chris GreenbergGeneral Williams, gracias por su liderazgo. Sargento Mayor Powell, gracias por saludarme.

Viajo hoy con el secretario de Asuntos para Veteranos, Jim Peake. (Aplausos.) Supongo que consiguió un sitio. (Risas.) Peake, ¿cómo está? Finalmente, ¡sí! (Risas.) En realidad, es de la promoción 1988 del U.S. Army War College. (Aplausos.) Se jactó de ser el presidente de la promoción. (Risas.) Pero también me informó modestamente que lo fue porque era el mayor de la promoción. (Risas.) De todos modos, señor secretario, gracias por su servicio.

Estudiantes, profesores y personal, es un gusto estar con ustedes.

En los últimos cien años, esta importante institución se ha convertido en uno de los lugares más venerados del país. Realmente ha sido así. Al fin y al cabo, quienes se gradúan de esta institución se vuelven leyendas --y quizá esté en la presencia de personas que serán leyendas-- como Dwight Eisenhower, Omar Bradley, George Patton, Norm Schwarzkopf, Tommy Franks, y un hombre al que visité recientemente, Ray Odierno. Deseo darles las gracias por continuar la noble tradición de erudición militar de esta institución. Les agradezco por ponerse al servicio de nuestra nación en tiempos de guerra. Les agradezco a los oficiales de nuestros países socios que están estudiando aquí y que están haciendo que la amistad entre sus países y Estados Unidos se consolide aun más.

Sé que muchos de ustedes sirvieron en el extranjero en la guerra contra el terrorismo. Este fin de semana, tuve el honor de hacer un último viaje a los frentes en Iraq y Afganistán. Durante mi viaje, tuve la oportunidad de pasar tiempo con hombres y mujeres que visten de uniforme, y les debo decir, no hay nada mejor que ser Comandante en Jefe y pararse frente a las almas valientes que le traen tanta dignidad a Estados Unidos de Norteamérica. (Aplausos.)

President George W. Bush addresses his remarks on national security, homeland security and the Freedom Agenda Wednesday, Dec. 17, 2008, at the U.S. Army War College in Carlisle, Pa. White House photo by Chris GreenbergMe preguntan, ¿Qué va a extrañar? Extrañaré muchas cosas… la falta de embotellamientos camino a Harrisburg. (Risas.) Pero extrañaré más que nada ser Comandante en Jefe. Es maravilloso trabajar con gente que está dispuesta a ofrecerse para defender la libertad y la democracia y hacerle frente al gran desafío de nuestros tiempos. Hemos sido llamados a la acción, y muchos han aceptado servir.

¿Saben? La amenaza surgió mucho antes del 11 de septiembre. Durante los años ochenta y noventa, los partidarios de una ideología malévola y llena de odio cobraron fuerza y aumentaron en número. En países donde reinaba la represión y desesperación, estos extremistas encontraron reclutas que gustosos se adhirieron a su visión asesina. Desencadenaron una campaña sin precedente contra Estados Unidos y atacaron el World Trade Center en 1993, dos de nuestras embajadas en África en 1998, y el USS Cole en el 2000.

Durante muchos años, nuestra nación vio estos ataques como incidentes aislados, y respondimos con medidas limitadas. Eso cambió el 11 de septiembre de 2001. Esa mañana, los estadounidenses se despertaron con las noticias de que un avión se había estrellado contra la Torre Norte del World Trade Center. Al cabo de 90 minutos, un segundo avión se estrelló contra la Torre Sur, un tercero causó destrozos en el Pentágono y un cuarto se esfumó mientras sobrevolaba Pensilvania. Ese anochecer, el sol se puso en un mundo diferente. Mientras circulaban rumores de más ataques, los estadounidenses se acostaron preguntándose qué les depararía el futuro.

Esa noche, prácticamente nadie podría haber pronosticado que transcurrirían más de siete años sin otro ataque terrorista en nuestro territorio. No es cuestión de suerte. Se lo debemos a los dedicados hombres y mujeres que trabajan día y noche para defender a nuestro gran país. (Aplausos.) Es resultado de decisiones difíciles que comenzamos a tomar inmediatamente después del 11 de septiembre.

¿Ven? En esas inciertas semanas iniciales, no había precedente obvio que seguir. Teníamos la opción de escoger entre muchas medidas diferentes. A un extremo del espectro, pudimos haber respondido con una estrategia puramente defensiva:  refugiarnos tras nuestras fronteras y retirarnos del escenario mundial. Al otro extremo del espectro, podríamos haber buscado la venganza por medio de represalias instantáneas, atacando a países que respaldan el terrorismo, sin mayor estrategia para hacerle frente a la causa del problema.

Rechacé estos dos extremos a favor de una estrategia deliberada e integral: una en la que usáramos todos los elementos de nuestro poder nacional para mantener seguro el territorio de Estados Unidos, con el entendimiento de que necesitábamos llevar la lucha donde el enemigo en el extranjero y la idea de promover la libertad como alternativa al terrorismo.

La semana pasada, hablé en West Point sobre la transformación de nuestras fuerzas armadas para librar esta guerra. Y hoy les hablaré sobre la estrategia que seguimos para preservar la seguridad de nuestro país, los resultados que hemos logrado y las instituciones que estaremos dejando para que los presidentes futuros prosigan con esta lucha.

Tras el 11 de septiembre, para proteger al pueblo estadounidense, cambiamos fundamentalmente nuestra estrategia en torno a tres principios básicos. En primer lugar, reconocimos que nuestra seguridad nacional y nuestra capacidad para obtener información de inteligencia eran inadecuadas. Así, lanzamos la mayor reorganización del gobierno federal desde el inicio de la Guerra Fría con un propósito decisivo, que era evitar nuevos ataques.

En segundo lugar, reconocimos que incluso con las mejores defensas no podíamos darnos el lujo de esperar a que los terroristas vuelvan a atacar. Por lo tanto, iniciamos una campaña mundial para llevar la lucha donde los terroristas en el extranjero, desmantelar las redes, interrumpir su financiación y encontrar a sus líderes y llevarlos ante la justicia. Enviamos un mensaje claro que Estados Unidos no haría distinción alguna entre terroristas y quienes los protegen.

Inmediatamente después del 11 de septiembre, le dimos al Talibán en Afganistán dos opciones: Entreguen a los líderes de Al Qaida o compartan su destino. Cuando los líderes del régimen tomaron su decisión, nosotros tomamos la nuestra. Depusimos al Talibán del poder, clausuramos los campamentos de entrenamiento para terroristas y liberamos a más de 25 millones afganos.

Tras el 11 de septiembre, también reexaminamos el peligro que representaba Iraq, un país que combinaba el apoyo al terrorismo, el desarrollo y uso de armas de destrucción masiva, la agresión contra sus vecinos, ataques rutinarios contra tropas estadounidenses, y trasgresiones sistemáticas contra las resoluciones de la ONU. Llegamos a la conclusión de que el mundo no podía tolerar una fuerza tan desestabilizadora y peligrosa en el corazón del Oriente Medio. Le ofrecí a Sadam Husein una opción final para resolver el problema pacíficamente. La decisión era suya. Y cuando se rehusó, actuamos con una coalición de países para proteger a nuestro pueblo y liberar a 25 millones de iraquíes.

En tercer lugar, reconocimos que la guerra contra el terrorismo es más que una lucha armada. Es una lucha ideológica en pos de almas y mentes. Y para prevalecer, debemos combatir la ideología de odio de los terroristas con una alternativa más promisoria, basada en la libertad y la justicia. Entonces, después de deponer a los regímenes en Afganistán e Iraq que representaban una amenaza, nos rehusamos a tomar el curso fácil de cambiar a un hombre fuerte por otro. En cambio, permanecimos allí para ayudar a las jóvenes democracias a surgir como luces de esperanza para los pueblos de todo el Oriente Medio. Aumentamos nuestro apoyo a reformistas y disidentes democráticos en todo el mundo. Aumentamos nuestros esfuerzos por combatir las condiciones de desesperación y desesperanza que dan lugar a la furia y el radicalismo.

Aunque cabe el debate franco y saludable sobre las decisiones que tomé –y se debaten mucho– los resultados en materia de seguridad en Estados Unidos son indiscutibles. (Aplausos.)

Aquí dentro del país evitamos numerosos ataques terroristas, entre ellos un intento de atacar tanques de combustible en el aeropuerto JFK, un plan para estrellar aviones de pasajeros camino a la costa este, un plan para atacar un centro comercial en el área de Chicago y un plan para destruir el rascacielos más alto de Los Ángeles. Nunca sabremos cuántas vidas se salvaron. Pero no cabe duda de lo siguiente: Desde el 11 de septiembre, no ha habido otro ataque terrorista contra el territorio estadounidense. (Aplausos.)

Y también esto es cierto: Alrededor del mundo, estamos expulsando a los terroristas de sus refugios. Estamos interrumpiendo su financiamiento. Estamos desbaratando seriamente sus operativos. Junto con nuestros aliados, eliminamos o capturamos a cientos de líderes y agentes de Al Qaida, entre ellos el arquitecto de los ataques del 11 de septiembre, Khalid Sheikh Mohammed. Y gracias al éxito del aumento de tropas, la valentía de nuestros soldados y la determinación del pueblo iraquí, le hemos propinado un golpe devastador a Al Qaida en territorio que Osama bin Laden alguna vez llamó el principal campo de batalla en la guerra contra el terrorismo.

En la lucha más extensa entre la libertad y el terrorismo, la gente alrededor del mundo ha dejado en claro su decisión. En Afganistán, ocho millones de hombres y mujeres acudieron a las urnas para elegir a un Presidente por primera vez en su historia. En Iraq, 12 millones de personas desafiaron a los terroristas y eligieron a un gobierno representativo. ¿Saben? Una de las cosas que nunca olvidaré son los dedos manchados de tinta de las personas que tuvieron la oportunidad de votar según los dictados de su conciencia. En países desde Liberia y el Líbano hasta Georgia y Ucrania, los ciudadanos han salido a las calles para despojarse de las cadenas de la tiranía y exigir el derecho que Dios les dio: la libertad. Y alrededor del mundo, actualmente hay más personas que viven en libertad que en ningún otro momento en la historia de la humanidad.

Éste es un inicio promisorio. Sin embargo, es sólo el principio. Así como la lucha contra el comunismo durante la Guerra Fría, la lucha contra el terrorismo será un conflicto generacional, uno que continuará mucho después de mi presidencia. Cuando mi gobierno acabe sus funciones el mes entrante, estaremos dejando las instituciones y herramientas que nuestro país necesita para prevalecer en la larga lucha que nos espera.

Estaremos dejando un sistema de defensa nacional considerablemente actualizado. Los agentes de la ley a nivel federal, estatal y local están trabajando juntos, colaborando más que nunca. El número de agentes de la patrulla fronteriza ha aumentado al doble desde el 2001. Nuestros aeropuertos y puertos han reforzado los procedimientos de inspección. Las principales ciudades han instalado sistemas de alerta temprana para detectar ataques biológicos y radioactivos. Y para coordinar mejor una estrategia integral a fin de preservar la seguridad de nuestros pobladores, tenemos un Departamento de Seguridad Nacional a nivel de gabinete.

Estaremos dejando una comunidad más eficiente de profesionales de inteligencia, con nuevos mecanismos para mantenerse un paso adelante de nuestros enemigos. Bajo la dirección del nuevo Director de Inteligencia Nacional, las agencias federales están recopilando e intercambiando información más eficazmente que nunca. En el nuevo Centro Nacional de Antiterrorismo (National Counterterrorism Center), los representantes de 16 diferentes agencias federales trabajan lado a lado para investigar cualquier amenaza nueva. El FBI… sus agentes y analistas han cambiado su enfoque, pasando de investigar ataques terroristas después de sucedidos, a recopilar datos de inteligencia para evitar que sucedan para comenzar. El Departamento del Tesoro… hay nuevos programas para bloquear el financiamiento para el terrorismo. La CIA… ha aumentado la capacidad con respecto a la inteligencia de origen humano. Se han enviado a más agentes al extranjero para penetrar las organizaciones terroristas. Hay un programa para interrogar a líderes terroristas clave. En la Agencia de Seguridad Nacional (National Security Agency o NSA) se han redoblado los esfuerzos para vigilar las comunicaciones terroristas en todo el mundo. Para proteger a nuestra patria, tenemos que averiguar rápidamente con quién hablan los terroristas y qué dicen,.

Estaremos dejando nueva tecnología y recursos para que nuestros militares sigan ejerciendo presión sobre el enemigo. Ahora nuestras tropas tienen mayor movilidad y agilidad, están mejor posicionadas para movilizarse a los lugares problemáticos en el mundo. En el campo de batalla, tienen acceso a datos de inteligencia en tiempo real, lo que hubiera sido difícil de imaginar hace apenas un par de años. Con armas como el avión autónomo Predator en nuestro arsenal, nuestras tropas pueden llevar a cabo ataques de precisión contra terroristas en zonas de difícil acceso y, al mismo tiempo, no poner en peligro vidas inocentes. En instituciones como el Army War College, nuestros hombres y mujeres de uniforme estudian nuevas estrategias de antiterrorismo y contrainsurgencia… porque vamos a depender de ustedes. Mucho después de que me haya ido, los presidentes dependerán de ustedes.

Estaremos dejando una fuerte coalición de más de 90 países --que comprende casi la mitad del mundo-- que se han comprometido a combatir el terrorismo, a intercambiar información de inteligencia y a preservar la seguridad de nuestros ciudadanos. Esta coalición incluye a Arabia Saudita, el país que produjo 15 de los secuestradores del 11 de septiembre y ahora es un tenaz aliado en la guerra contra el terrorismo. Esta coalición incluye a Pakistán, un país que apoyaba al Talibán antes del 11 de septiembre y que, hoy en día, es un firme aliado de Estados Unidos. Esta coalición incluye a dos nuevos amigos de Estados Unidos, los más valientes, los países libres de Afganistán e Iraq. Esta coalición incluye a miembros de la nueva Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación y la nueva Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear, que están trabajando para evitar la proliferación de armas de destrucción masiva.

Estaremos dejando nuevos programas para cambiar las condiciones de sufrimiento y desesperanza que llevan al extremismo y el terrorismo. En Afganistán e Iraq, nuevos equipos de reconstrucción provincial están ayudando a rehabilitar comunidades asoladas por la guerra, a reactivar las economías locales y restaurar los servicios básicos del gobierno. En el continente africano, millones de personas están recibiendo tratamiento que les salvan la vida, gracias al Plan de Emergencia para la Mitigación del SIDA (Emergency Plan for AIDS Relief) de Estados Unidos. Y en todo el mundo, los países que gobiernan con sensatez y abren su economía e invierten en la salud y educación de sus pueblos están recibiendo el firme apoyo de las subvenciones del Desafío del Milenio (Millennium Challenge).

Y finalmente, estaremos dejando un compromiso sin precedentes con la expansión del alcance de la libertad y la democracia. Organizaciones clave dedicadas a respaldar la libertad reciben mayor apoyo del gobierno que nunca antes. La política oficial de Estados Unidos ahora requiere que los diplomáticos busquen y apoyen a los disidentes y reformistas democráticos en los países que no son libres. Y ahora la política expresa de Estados Unidos es procurar el fin de la tiranía en todas las naciones, para siempre.

 Hasta que llegue ese día, Estados Unidos no descansará en su lucha contra la opresión y el terrorismo. Como Presidente, mi mayor responsabilidad es continuar luchando por la seguridad y libertad de nuestro pueblo. Después del 11 de septiembre, juré que nunca olvidaría las heridas de ese día, y no las he olvidado. Ese día definió mi presidencia y ese día cambió el curso de la historia. Y aunque no podemos saber lo que nos depara el futuro, tenemos la certeza de que nuestra meta es un mundo donde los estadounidenses tengan seguridad y los niños de todo el mundo crezcan con esperanza y paz. (Aplausos.)

Podemos tener esa certeza porque la libertad es universal. Creo firmemente que hay un Todopoderoso y que el don del Todopoderoso a cada hombre, mujer y niño en la faz de la Tierra es la libertad. Podemos tener esa certeza porque tenemos la suerte de contar con hombres y mujeres que, voluntariamente, ponen el bienestar de su país por encima del propio. Y mientras tengamos defensores con tanta valentía y fibra moral, nuestro país siempre estará en buenas manos, y nuestro futuro siempre será brillante.

Entonces, les agradezco por invitarme hoy. Les agradezco por haberme otorgado el mayor honor de mi vida, que fue servir como su Comandante en Jefe. Que Dios los bendiga. (Aplausos.)

END                       1:19 P.M. EST