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Oficina del Secretario de Prensa
21 de noviembre de 2008

Discurso Radial del Presidente a la Nación

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Buenos Días.

Este fin de semana estoy en Lima, Perú, reuniéndome con líderes de países de la región de Asia y el Pacífico en nuestra cumbre anual.

Esta cumbre tiene lugar en un momento de mucha conmoción en la economía mundial. También tiene lugar en un momento de cooperación sin precedente. Hace una semana en Washington, fui anfitrión de la primera en una serie de reuniones internacionales para hacerle frente a la crisis financiera.  Examinamos las medidas que hemos tomado para controlar la crisis. Y nos pusimos de acuerdo sobre principios y medidas específicas a fin de modernizar nuestras estructuras financieras para el siglo XXI y tratar de evitar otra crisis.

A la vez que nos esforzamos para que vuelva a haber confianza en nuestros sistemas financieros a corto plazo, también debemos dedicarnos a promover el crecimiento económico a largo plazo. Juntos, nuestros países deben concentrar esfuerzos en tres grandes fuerzas que impulsan ese crecimiento: la libertad del mercado, la libertad del comercio y la libertad de los pueblos.

Ninguna región del mundo demuestra más claramente el poder de dichas fuerzas que la región de Asia y el Pacífico. El libre mercado ha ayudado a millones a salir de la pobreza por sí solos. El libre comercio ha ayudado a países pequeños a convertirse en potencias económicas a nivel mundial. Cuanto más personas hay en la región de Asia y el Pacífico libres de desarrollar su talento e ir en pos de sus sueños, más ha aumentado la prosperidad en toda la región.  Enfrentamos un gran desafío, y se vienen días difíciles. Pero en base a estos principios, podemos sentirnos seguros sobre el futuro de nuestro país y el mundo.

En Estados Unidos, uno de los desafíos económicos más serios que enfrentamos es la situación del sector automotor. Los fabricantes de automóviles del país están pasando por un severo y urgente déficit económico. A principios del otoño, promulgué un proyecto de ley que autorizó préstamos por hasta $25,000 millones para ayudarlos a producir vehículos que usen combustible más eficientemente. Conforme a la ley, este dinero no está a disposición de las empresas automotrices para ayudarlas a solucionar dificultades financieras inminentes. Por lo tanto, la semana pasada, los senadores Bond, Levin y Voinovich presentaron una nueva propuesta que permitiría que las empresas automotrices obtengan los préstamos que necesitan, siempre y cuando estén dispuestas a reestructurarse para ser económicamente viables.

Esta propuesta fue respaldada por miembros de ambos partidos en el Capitolio. Desafortunadamente, los líderes del Congreso levantaron sesión sin siquiera permitir que esta medida fuera sometida a votación.

Mi posición es clara: Si los fabricantes de autos están dispuestos a tomar las difíciles decisiones que son necesarias para su viabilidad, deben poder recibir los fondos que el Congreso ya les ha asignado para otros propósitos. Éste es un asunto crucial para nuestra economía y para el país. El pueblo estadounidense espera que sus líderes electos hagan lo necesario para resolverlo.

Gracias por escuchar.