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Oficina del Secretario de Prensa
13 de septiembre de 2007

Discurso del Presidente a la Nación
Oficina Oval

9:01 P.M. EDT

EL PRESIDENTE: Buenas noches. Hay momentos en la vida de las naciones libres que dictan el rumbo de un país y revelan el carácter de su gente.

Éste es uno de esos momentos.

En Iraq, un aliado de Estados Unidos lucha por su supervivencia. Terroristas y extremistas que están en guerra con nosotros en todo el mundo procuran derrocar al gobierno de Iraq, dominar la región y atacarnos aquí, en nuestro país. Si la joven democracia de Iraq puede defenderse de estos enemigos, esto significará más esperanza en el Oriente Medio y más seguridad en Estados Unidos. Este aliado ha depositado su confianza en Estados Unidos. Y esta noche, nuestro imperativo moral y estratégico es uno: Debemos ayudar a Iraq a vencer a quienes amenazan su futuro, y que también amenazan el nuestro.

President George W. Bush concludes his address to the nation from the Oval Office Thursday evening, Sept. 13, 2007. Supporting the recommendations issued in a report from General David Petraeus, President Bush said, "Now, because of the measure of success we are seeing in Iraq, we can begin seeing troops come home." White House photo by Eric Draper Hace ocho meses, adoptamos una nueva estrategia para cumplir con ese objetivo, la cual incluía un aumento de tropas estadounidenses que alcanzó su poderío total en junio. Esta semana, el general David Petraeus y el embajador Ryan Crocker prestaron declaraciones ante el Congreso acerca del progreso de esa estrategia. En su testimonio, dejaron en claro que el desafío que enfrentamos en Iraq es tremendo. Sin embargo, su conclusión fue que las condiciones en Iraq están mejorando, que estamos arrebatándole la iniciativa al enemigo y que el aumento de tropas está funcionando.

La premisa de nuestra estrategia es que proteger a la población de Iraq es la base de todo otro progreso. Para que los iraquíes tiendan puentes entre las divisiones sectarias, necesitan sentirse seguros en sus hogares y vecindarios. Para que la reconciliación eche raíces, los iraquíes deben tener la confianza de que no necesitan pandillas sectarias como protección. El objetivo del aumento de tropas es prestar esa seguridad y ayudar a preparar a las fuerzas iraquíes a mantenerla. Como explicaré esta noche, nuestro éxito en el cumplimiento de estos objetivos ahora permite que comencemos a traer de regreso a algunos de nuestros soldados.

Desde que se anunció en enero, el aumento de tropas ha pasado por varias fases. Primero, fue el envío de tropas adicionales a Iraq, especialmente Bagdad y la provincia de Al Anbar. Una vez que estas tropas estuvieron posicionadas, nuestros comandantes iniciaron una serie de operativos ofensivos para expulsar de sus bastiones a terroristas y milicias. Y finalmente, en zonas que habían sido depuradas, enviamos mayores recursos diplomáticos y civiles para asegurarnos de que al progreso militar le siguieran rápidas y reales mejoras en la vida cotidiana.

La provincia de Al Anbar es un buen ejemplo de la eficacia de nuestra estrategia. El año pasado, un informe de inteligencia daba por perdida la provincia de Al Anbar, entonces controlada por Al Qaida. Algunos citaron este informe como evidencia de que habíamos fracasado en Iraq y que debíamos minimizar nuestras pérdidas y retirarnos. En lugar de eso, mantuvimos la presión sobre los terroristas. Los lugareños estaban sufriendo bajo el régimen de Al Qaida, similar al Talibán, y estaban hartos. Entonces nos pidieron ayuda.

Para aprovechar esa oportunidad, envié a Al Anbar 4,000 infantes de Marina más, como parte del aumento de tropas. Juntos, los jeques locales, las fuerzas de Iraq y las tropas de la coalición expulsaron a los terroristas de Ramadi, la capital, y otros poblados. Hoy, una ciudad donde Al Qaida izó su bandera está empezando a volver a la normalidad. Los residentes de Al Anbar que antes temían ser decapitados por hablar con un soldado estadounidense o iraquí ahora se nos acercan para decirnos dónde se esconden los terroristas. Jóvenes suníes que antes eran reclutados por los insurgentes ahora se unen al ejército y la policía. Y con la ayuda de nuestros Equipos de Reconstrucción Provincial (Provincial Reconstruction Teams), se están generando empleos y los gobiernos locales han vuelto a funcionar.

Estos sucesos pocas veces figuran en los titulares, pero sí tienen un impacto. Durante mi visita a Al Anbar el Día del Trabajo, líderes suníes locales me agradecieron por el apoyo de Estados Unidos. Prometieron que nunca permitirían el retorno de Al Qaida. Y me dijeron que ahora ven que hay cabida para su pueblo en un Iraq democrático. El gobernador suní de la provincia de Al Anbar lo expresó de la siguiente manera: "Nuestro mañana empieza hoy".

Los cambios en Al Anbar les demuestran a todos los iraquíes lo que es posible cuando los extremistas son expulsados. Le demuestran a Al Qaida que no puede contar con el apoyo popular, ni siquiera en la provincia donde sus líderes establecieron su cuartel general. Y le demuestran al mundo que la gente común y corriente en el Oriente Medio desea para sus hijos lo mismo que nosotros deseamos para los nuestros: una vida decente y un futuro de paz.

En Al Anbar, el enemigo se mantiene activo y letal. Hoy fue asesinado uno de los valientes jeques tribales que ayudaron a liderar la revuelta contra Al Qaida. Como respuesta, otro líder suní declaró: "Estamos decididos a defendernos y continuar nuestra labor". Y en este cometido, pueden contar con el apoyo sostenido de Estados Unidos.

En todo Iraq, demasiados ciudadanos son asesinados por terroristas y escuadrones de la muerte. Y para la mayoría de los iraquíes, la calidad de vida dista mucho de lo que debería ser. Sin embargo, el general Petraeus y el embajador Crocker informan que el éxito en Al Anbar está empezando a repetirse en otras partes del país.

Hace un año, gran parte de Bagdad se encontraba bajo ataque constante. Las escuelas estaban clausuradas, los mercados cerrados y la violencia sectaria cada vez más fuera de control. Hoy, la mayoría de los vecindarios de Bagdad son patrullados por fuerzas iraquíes y de la coalición que viven entre las personas que protegen. Muchas escuelas y mercados están volviendo a abrir. Los ciudadanos aportan vital información de inteligencia. Las matanzas sectarias han disminuido. Y la vida está comenzando a volver a la normalidad.

Hace un año, gran parte de la provincia de Diyala era un santuario de Al Qaida y otros grupos extremistas; y Baquba, su capital, se estaba volviendo un baluarte de Al Qaida. Hoy en día, Baquba está despejada. La provincia de Diyala es el centro de una sublevación popular cada vez más extensa contra los extremistas. Y algunas tribus locales están trabajando al lado de la coalición y las fuerzas iraquíes para expulsar al enemigo y recuperar sus comunidades.

Hace un año, extremistas chiítas y militantes respaldados por Irán eran cada vez más fuertes y perseguían a suníes para asesinarlos. Hoy, estos grupos están siendo desarticulados, y muchos de sus líderes están siendo capturados o eliminados.

Estos logros son un tributo a nuestras fuerzas militares, son tributo a la valentía de las fuerzas de seguridad de Iraq y tributo a un gobierno iraqu que ha decido vencer a los extremistas.

Ahora el gobierno de Iraq debe aportar la misma determinación para lograr la reconciliación. Éste es un enorme cometido después de más de tres décadas de tiranía y división. El gobierno no ha cumplido con sus propios parámetros legislativos, y en mis reuniones con los líderes de Iraq, he dejado en claro que deben hacerlo.

Sin embargo, los líderes nacionales de Iraq están alcanzando logros. Por ejemplo, han aprobado un presupuesto. Están compartiendo los ingresos del petróleo con las provincias. Están permitiendo que los baazistas se reincorporen a las fuerzas militares o reciban pensiones del gobierno. Se está dando la reconciliación local. La clave ahora es vincular ese progreso en las provincias con progreso en Bagdad. En la medida que cambie la política local, también cambiará la política nacional.

Nuestras tropas en Iraq se están desempeñando brillantemente. Al lado de las fuerzas iraquíes, desde enero, han capturado o eliminado a un promedio de más de 1,500 combatientes enemigos por mes. Sin embargo, a fin de cuentas, el camino a seguir depende de la capacidad de los iraquíes de mantener los logros en materia de seguridad. Según el general Petraeus y un panel presidido por el general retirado Jim Jones, el Ejército de Iraq es cada vez más capaz, aunque aún hay mucho trabajo por hacer para mejorar la policía nacional. Las fuerzas iraquíes están recibiendo mayor cooperación de los pobladores locales. Y esto está mejorando su capacidad de retener zonas que han sido despejadas.

Debido a este éxito, el general Petraeus considera que hemos llegado al punto en que podemos mantener nuestros logros en materia de seguridad con menos tropas estadounidenses. Ha recomendado que no remplacemos a aproximadamente 2,200 infantes de Marina que se tiene previsto que partan de la provincia de Al Anbar este mes. Además, dice que pronto será posible traer de regreso a una brigada de combate del Ejército, con una reducción total de fuerzas de 5,700 soldados para la Navidad.

Y espera que para julio, podremos reducir nuestro nivel de tropas en Iraq de 20 brigadas de combate a 15.

El general Petraeus también recomienda que en diciembre comencemos a hacer la transición a la nueva fase de nuestra estrategia en Iraq. Con la derrota de los terroristas, el afianzamiento de la sociedad civil y mayor control por los iraquíes de su propia seguridad, nuestra misión en Iraq evolucionará. Con el tiempo, nuestros soldados pasarán de dirigir operaciones a cooperar con fuerzas iraquíes y, por último, prestarán apoyo y cubrirán a dichas fuerzas. Y a medida que tenga lugar esta transición en nuestra misión, nuestras tropas se concentrarán en una serie más limitada de tareas, como operativos antiterroristas y capacitar, equipar y apoyar a las fuerzas iraquíes.

He consultado con los jefes del Estado Mayor, otros miembros de mi equipo de seguridad nacional, funcionarios iraquíes y líderes de ambos partidos en el Congreso. Me he beneficiado de sus consejos y he aceptado las recomendaciones del general Petraeus. He dado instrucciones al general Petraeus y al embajador Crocker para que actualicen su plan conjunto de campaña para Iraq, a fin de que podamos hacer ajustes en nuestros recursos militares y civiles de acuerdo a él. También les he pedido que presenten otro informe al Congreso en marzo. Entonces, proporcionarán una evaluación actualizada de la situación en Iraq y del nivel de tropas y recursos que necesitamos para cumplir con nuestros objetivos de seguridad nacional.

El principio que guía mis decisiones sobre el nivel de tropas en Iraq es "retorno tras éxitos". Mientras más éxitos tengamos, más soldados estadounidenses podrán regresar a casa. Y en todo lo que hagamos, me aseguraré de que nuestros comandantes en el terreno tengan los soldados y la flexibilidad que necesitan para vencer al enemigo.

Los estadounidenses quieren que haya seguridad en nuestro país y que nuestros soldados comiencen a regresar de Iraq. Sin embargo, quienes creemos que el éxito en Iraq es esencial para nuestra seguridad, y quienes creen que debemos empezar a traer a nuestros soldados a casa, hemos estado en desacuerdo. Ahora, debido a los éxitos en Iraq, podemos comenzar a ver el regreso de soldados a casa.

El camino a seguir que describí esta noche hace posible, por primera vez en muchos años, que concuerden personas que han estado en extremos opuestos de este difícil debate.

Esta visión para una presencia reducida de Estados Unidos también cuenta con el apoyo de líderes iraquíes de todas las comunidades. Al mismo tiempo, comprenden que su éxito requerirá participación política, económica y de seguridad por parte de Estados Unidos que se extenderá hasta después de mi presidencia. Estos líderes de Iraq han solicitado una relación duradera con Estados Unidos. Y estamos listos para comenzar a desarrollar dicha relación, de manera que proteja nuestros intereses en la región y requiera una cantidad considerablemente menor de soldados estadounidenses.

El éxito de un Iraq libre es crucial para la seguridad de Estados Unidos. Un Iraq libre le negará refugio a Al Qaida. Un Iraq libre contrarrestará las ambiciones destructivas de Irán. Un Iraq libre marginará a los extremistas, dará rienda suelta al talento de su pueblo y será un ancla para la estabilidad de la región. Un Iraq libre sentará el ejemplo para los pueblos en todo el Oriente Medio. Un Iraq libre será nuestro aliado en la lucha contra el terrorismo, y eso hará que tengamos mayor seguridad acá.

Será difícil hacer realidad esta visión, pero se puede lograr. Nuestros comandantes militares creen que podemos tener éxito. Nuestros diplomáticos creen que podemos tener éxito. Y por la seguridad de generaciones futuras de estadounidenses, debemos tener éxito.

Si nos retiráramos de Iraq, esto envalentonaría a extremistas de todo tipo. Al Qaida obtendría nuevos reclutas y nuevos santuarios. Irán se beneficiaría del caos y renovaría sus esfuerzos por obtener armas nucleares y dominar la región. Los extremistas podrían controlar una región clave en el suministro mundial de energía. Iraq enfrentaría una pesadilla humanitaria. Los movimientos democráticos serían revertidos violentamente. Nuestros hijos tendrían que enfrentarse a un mundo mucho más peligroso. Y como vimos el 11 de septiembre de 2001, dichos peligros pueden alcanzar nuestras ciudades y matar a nuestra gente.

Independientemente del partido político al cual pertenezcan, independientemente de su posición sobre Iraq, deberíamos poder coincidir en que Estados Unidos tiene un interés vital en evitar el caos y ofrecerle esperanza al Medio Oriente. Deberíamos poder coincidir en que debemos vencer a Al Qaida, servir de contrapeso a Irán, ayudar al gobierno afgano, trabajar por la paz en la Tierra Santa y aumentar nuestro poderío militar para que podamos prevalecer en la lucha contra terroristas y extremistas.

Por lo tanto, esta noche deseo dirigirme a los miembros del Congreso de Estados Unidos: Lleguemos a un acuerdo sobre una política de firmeza en el Medio Oriente. Les agradezco por proporcionar fondos y recursos cruciales para nuestras fuerzas armadas. Y les pido que, junto conmigo, apoyen las recomendaciones que ha hecho el general Petraeus y el nivel de tropas que ha solicitado.

Al pueblo iraquí: Han votado por la libertad y ahora están liberando a su país de terroristas y escuadrones de muerte. Deben exigir que sus líderes tomen las difíciles decisiones que se requieren para lograr la reconciliación. Al hacerlo, tengan la confianza de que Estados Unidos no abandona a sus amigos, y no los abandonaremos.

A los vecinos de Iraq que buscan la paz: Los extremistas violentos que atacan a Iraq también los atacan a ustedes. La mejor manera de proteger sus intereses y a sus propios pueblos es apoyar al pueblo de Iraq. Eso significa usar su influencia económica y diplomática para afianzar el gobierno en Bagdad. Y significa que los esfuerzos de Irán y Siria por socavar ese gobierno deben acabar.

A la comunidad internacional: El éxito de un Iraq libre es importante para todas las naciones civilizadas. Les agradezco a los 36 países que tienen tropas en el terreno en Iraq y a los muchos otros que están ayudando a esa joven democracia. Alentamos a todos los países a ayudar con la implementación del Pacto Internacional para revitalizar la economía de Iraq, con su participación en las Conferencias de Vecinos para aumentar la cooperación y superar diferencias en la región, y con su apoyo a la nueva y más extensa misión de las Naciones Unidas en Iraq.

A nuestro personal militar, agentes de inteligencia, diplomáticos y civiles en el frente en Iraq: Han hecho todo lo que Estados Unidos les ha pedido. Y el progreso que he reportado esta noche se debe en gran medida a su valentía y arduos esfuerzos. Están al servicio lejos de su hogar. Nuestra nación está agradecida por sus sacrificios y los sacrificios de sus familias.

Hace unos meses, recibí un mensaje electrónico de la familia del especialista del Ejército Brandon Stout de Michigan. Brandon se ofreció de voluntario en la Guardia Nacional y lo mataron mientras servía en Bagdad. Su familia ha sufrido muchísimo. Sin embargo, en medio del dolor, ven un propósito mayor. Su esposa, Audrey, dice que Brandon se sentía llamado al servicio y sabía por qué luchaba. Y sus padres, Tracy y Jeff, me escribieron lo siguiente: "Creemos que ésta es una guerra entre el bien y el mal, y debemos ganar, incluso si le costó la vida a nuestro propio hijo. La libertad no es gratis".

Este país tiene el honor de contar con estadounidenses como Brandon Stout, que hacen sacrificios extraordinarios para mantenernos a salvo. Lo hacen en una lucha que es justa, cabal y necesaria. Y ahora recae en nosotros acabar la labor que han iniciado.

Hay quienes dicen que los logros que estamos alcanzando en Iraq llegan demasiado tarde. Están equivocados. Nunca es demasiado tarde para asestarle un golpe a Al Qaida. Nunca es demasiado tarde para promover la libertad. Y nunca es demasiado tarde para apoyar a nuestros soldados en una lucha que pueden ganar.

Buenas noches, y que Dios bendiga a Estados Unidos.

END