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Oficina del Secretario de Prensa
10 de enero de 2007
Discurso del Presidente a la Nación
La Biblioteca
9:01 P.M. EST
EL PRESIDENTE: Buenas noches. Esta noche en Iraq, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos participan en una lucha que decidirá la dirección de la guerra mundial contra el terrorismo -y nuestra seguridad aquí en nuestro país. La nueva estrategia que voy a describir esta noche cambiará el curso de Estados Unidos en Iraq y nos ayudará a tener éxito en la lucha contra el terrorismo.
Cuando me dirigí a ustedes hace poco más de un año, casi 12 millones de iraquíes habían acudido a las urnas para votar por una nación democrática y unificada. Las elecciones del 2005 fueron un logro impresionante. Pensamos que esas elecciones unirían a los iraquíes y que, a medida que capacitáramos a las fuerzas de seguridad de Iraq, podríamos cumplir nuestra misión con menos tropas estadounidenses.
Pero en el 2006, ocurrió lo contrario. La violencia en Iraq, particularmente en Bagdad, afectó los avances políticos que lograron los iraquíes. Los terroristas de al Qaida e insurgentes suníes reconocieron el peligro mortal que las elecciones iraquíes representaban para su causa, y respondieron con inconcebibles actos homicidas dirigidos a iraquíes inocentes. Bombardearon uno de los santuarios más sagrados para los musulmanes chiítas, la Mezquita Dorada de Samarra, en un intento calculado de provocar las represalias de la población chiíta de Iraq. Su estrategia funcionó. Elementos chiítas radicales, algunos con el apoyo de Irán, formaron escuadrones de la muerte. Y el resultado fue un ciclo vicioso de violencia sectaria que continúa hasta hoy.
La situación en Iraq es inaceptable para el pueblo estadounidenses, y es inaceptable para mí. Nuestra tropas en Iraq han luchado con valentía. Han hecho todo lo que les pedimos que hicieran. Donde se cometió errores, toda la responsabilidad recae en mí.
Es evidente que necesitamos cambiar nuestra estrategia en Iraq. Así que mi equipo de seguridad nacional, comandantes militares y diplomáticos llevaron a cabo un análisis integral. Consultamos con congresistas de ambos partidos, nuestros aliados en el extranjero y distinguidos expertos externos. Nos beneficiamos de las sensatas recomendaciones del Grupo de Análisis sobre Iraq, un panel bipartidista encabezado por el ex secretario de Estado James Baker y el ex congresista Lee Hamilton. En nuestras discusiones, todos concordamos que no hay una fórmula mágica para el éxito en Iraq. Y un mensaje se escuchó fuerte y claro: El fracaso en Iraq sería un desastre para Estados Unidos.
Las consecuencias del fracaso son claras: Los extremistas islámicos radicales aumentarían su poderío y reclutarían a más miembros. Estarían en mejor posición para derrocar a gobiernos moderados, crear caos en la región y usar los ingresos derivados del petróleo para financiar sus ambiciones. Irán se sentiría envalentonado en su plan para obtener acceso a armas nucleares. Nuestros enemigos tendrían un refugio seguro desde donde planear y lanzar ataques contra el pueblo estadounidense. El 11 de septiembre del 2001, vimos lo que un refugio para los extremistas al otro del mundo puede traer a las calles de nuestras propias ciudades. Por la seguridad de nuestro pueblo, Estados Unidos debe tener éxito en Iraq.
La prioridad más urgente para el éxito en Iraq es la seguridad, especialmente en Bagdad. Ochenta por ciento de la violencia sectaria en Iraq ocurre a menos de 30 millas de la capital. Esta violencia está dividiendo a Bagdad en enclaves sectarios y destruyendo la confianza de todos los iraquíes. Solamente los iraquíes pueden terminar con la violencia sectaria y proteger a su pueblo. Y su gobierno ha presentado un plan enérgico para hacerlo.
Nuestros esfuerzos en el pasado por lograr la seguridad en Bagdad fracasaron por dos motivos primordiales: No había suficientes soldados iraquíes y estadounidenses para proteger los vecindarios de donde ya se había expulsado a terroristas e insurgentes. Y había demasiadas restricciones para las tropas con las que sí contábamos. Nuestros comandantes militares examinaron el nuevo plan de Iraq para asegurarse de que solucionara dichos errores. Informan que tal es el caso. También informan que este plan puede surtir efecto.
Ahora permítanme explicarles los principales componentes de este esfuerzo: El gobierno iraquí nombrará a un comandante militar y dos subcomandantes para su capital. El gobierno iraquí asignará brigadas del ejército iraquí y la policía nacional a todos los nueve distritos de Bagdad. Cuando estas fuerzas estén en posición, habrá 18 brigadas del ejército iraquí y la policía nacional dedicadas a este esfuerzo, junto con la policía local. Estas fuerzas iraquíes operarán desde estaciones policiales locales, realizando patrullaje, estableciendo puestos de control y yendo de casa en casa para ganarse la confianza de los residentes de Bagdad.
Éste es un compromiso firme. Pero para que tenga éxito, nuestros comandantes dicen que los iraquíes necesitan nuestra ayuda. Por eso Estados Unidos cambiará su estrategia para ayudar a que los iraquíes lleven a cabo su campaña para terminar con la violencia sectaria y llevar seguridad a la población de Bagdad. Esto requerirá aumentar el número de tropas estadounidenses. Así que me he comprometido a enviar a más de 20,000 soldados estadounidenses adicionales a Iraq. La amplia mayoría de ellos, cinco brigadas, será asignada a Bagdad. Estas tropas trabajarán conjuntamente con las unidades iraquíes y serán anexadas a sus formaciones. Nuestras tropas tendrán una misión bien definida: ayudar a que los iraquíes protejan los barrios y expulsen de ellos a los insurgentes, ayudar a que los iraquíes protejan a la población local, y garantizar que las fuerzas iraquíes que asuman el mando sean capaces de proporcionar la seguridad que necesita Bagdad.
Muchos de los que me escuchan esta noche se estarán preguntando por qu este esfuerzo va a tener éxito si fallaron los operativos previos para asegurar Bagdad. Bueno, éstas son las diferencias: En anteriores operativos, las fuerzas iraquíes y estadounidenses expulsaron a terroristas e insurgentes de muchos barrios, pero cuando nuestras tropas se trasladaron a otros lugares, los asesinos regresaron. Esta vez, tendremos el número necesario de tropas para seguir en las zonas liberadas. En anteriores operativos, las interferencias políticas y sectarias evitaron que las fuerzas iraquíes y estadounidenses entraran en barrios donde vivían quienes instigaban la violencia sectaria. Esta vez, las fuerzas iraquíes y estadounidenses tendrán luz verde para entrar a esos barrios, y el Primer Ministro Maliki ha prometido que no se tolerará ninguna interferencia política o sectaria.
Le he dejado en claro al Primer Ministro y a los otros líderes de Iraq que el compromiso de Estados Unidos no es ilimitado. Si el gobierno de Iraq no cumple con sus promesas, perderá el apoyo del pueblo estadounidense y perderá el apoyo del pueblo iraquí. Es hora de actuar. El Primer Ministro lo comprende. Les repito lo que le dijo a su pueblo la semana pasada: "El plan de seguridad de Bagdad no le dará refugio a ningún facineroso, sea cual fuere su afiliación política o sectaria".
Esta nueva estrategia no acabará de inmediato con los ataques suicidas, los asesinatos o incidentes con dispositivos explosivos improvisados (IED). Nuestros enemigos en Iraq intentarán de todo para asegurarse de que nuestras pantallas de televisión estén llenas de imágenes de muerte y sufrimiento. Sin embargo, podemos esperar que, con el tiempo, veamos tropas iraquíes persiguiendo asesinos, menos actos terroristas temerarios y mayor confianza y cooperación de parte de los residentes de Bagdad. Cuando eso suceda, la vida cotidiana mejorará, los líderes se irán ganando la confianza de los iraquíes y el gobierno tendrá la oportunidad de lograr avances en otros campos cruciales. La mayoría de los suníes y chiítas de Iraq desean vivir juntos y en paz, y la reducción de la violencia en Bagdad hará que esta reconciliación sea posible.
Una estrategia exitosa para Iraq va más allá de operaciones militares. El ciudadano iraquí común debe ver que las operaciones militares van acompañadas de mejoras visibles en sus vecindarios y comunidades. Por lo tanto, Estados Unidos velará porque el gobierno de Iraq cumpla con los parámetros que ha anunciado.
Para reafirmar su autoridad, el gobierno de Iraq planea asumir responsabilidad de la seguridad en todas las provincias de Iraq en noviembre. Con el fin de darle a cada ciudadano iraquí una participación en la economía del país, Iraq aprobará legislación para repartir los ingresos del petróleo entre todos los iraquíes. Para mostrar que está comprometido a ofrecer una vida mejor, el gobierno de Iraq gastará $10,000 millones de su propio dinero en proyectos de reconstrucción e infraestructura que generarán empleos nuevos. Con el objeto de fortalecer a los líderes locales, los iraquíes planean celebrar elecciones provinciales durante este año. Y para permitir que más iraquíes se reincorporen a la vida política de su nación, el gobierno reformará las leyes de des-baazificación y establecerá un proceso imparcial para tomar bajo consideración enmiendas a la constitución de Iraq.
Estados Unidos cambiará su estrategia para ayudar al gobierno de Iraq mientras se esfuerza por cumplir con estos parámetros. Siguiendo las recomendaciones del Grupo de Análisis sobre Iraq, aumentaremos el número de asesores estadounidenses anexados a las unidades del Ejército de Iraq y asignaremos una brigada de la coalición a cada división del Ejército de Iraq. Ayudaremos a los iraquíes a forjar un Ejército más numeroso y mejor equipado, y aceleraremos el entrenamiento de las fuerzas iraquíes, que sigue siendo objetivo principal de la misión de seguridad de Estados Unidos en Iraq. Les daremos a nuestros comandantes y civiles mayor flexibilidad para gastar fondos en asistencia económica. Doblaremos el número de equipos provinciales de reconstrucción. Estos equipos reúnen a expertos militares y civiles para ayudar a las comunidades locales de Iraq a procurar la reconciliación, fortalecer a los moderados y acelerar la transición a la autonomía de Iraq. Y la secretaria Rice nombrará pronto un coordinador de reconstrucción en Bagdad para garantizar mejores resultados en la asistencia económica que se está gastando en Iraq.
Mientras realizamos dichos cambios, continuaremos persiguiendo a al Qaida y los combatientes extranjeros. Al Qaida aún está activa en Iraq. Su sede es la provincia de Anbar. Al Qaida ha contribuido a que Anbar sea la zona más violenta de Iraq, fuera de la capital. Un documento confiscado de al Qaida describe el plan de los terroristas de infiltrar y tomar control de la provincia. Esto acercaría a al Qaida a sus objetivos de traer abajo la democracia de Iraq, establecer un imperio islámico radical y lanzar ataques contra Estados Unidos, dentro del país y en el extranjero.
Nuestras fuerzas militares en Anbar están eliminando y capturando a líderes de al Qaida y están protegiendo a los pobladores. Recientemente, los líderes de tribus locales han comenzado a mostrar que están dispuestos a enfrentarse a al Qaida. Y como resultado, nuestros comandantes creen que tenemos la oportunidad de asestar un fuerte golpe a los terroristas. Por lo tanto, he dado órdenes de aumentar en 4,000 soldados las fuerzas estadounidenses en la provincia de Anbar. Estos soldados trabajarán con las fuerzas iraquíes y tribales para mantener la presión contra los terroristas. Los hombres y mujeres de uniforme de Estados Unidos eliminaron el refugio de al Qaida en Afganistán, y no permitiremos que lo reestablezcan en Iraq.
Alcanzar el éxito en Iraq también requiere defender su integridad territorial y estabilizar la región ante desafíos extremistas. Para empezar hay que lidiar con Irán y Siria. Estos dos regímenes están permitiendo que los terroristas e insurgentes usen su territorio para entrar y salir de Iraq. Irán está proporcionando apoyo material para los ataques contra las tropas estadounidenses. Desbarataremos los ataques contra nuestras tropas. Interrumpiremos el flujo de apoyo proveniente de Irán y Siria. Y buscaremos y destruiremos las redes que están proporcionando armamento avanzado y entrenamiento a nuestros enemigos en Iraq.
También estamos dando otros pasos para aumentar la seguridad de Iraq y proteger los intereses estadounidenses en el Oriente Medio. Recientemente ordené el envío de otro portaviones a la región. Incrementaremos el intercambio de datos de inteligencia y emplazaremos sistemas Patriot de defensa aérea para tranquilizar a nuestros amigos y aliados. Trabajaremos con los gobiernos de Turquía e Iraq para ayudarlos a resolver los problemas a lo largo de su frontera. Y trabajaremos con otros para evitar que Irán obtenga armas nucleares y domine la región.
Usaremos todos los recursos diplomáticos de Estados Unidos para propiciar mayor apoyo a Iraq de parte de naciones en todo el Oriente Medio. Países como Arabia Saudita, Egipto, Jordania y los Estados del Golfo deben comprender que la derrota de Estados Unidos en Iraq crearía un nuevo santuario para los extremistas y una amenaza estratégica contra su supervivencia. Estas naciones tienen mucho interés en un Iraq exitoso que esté en paz con sus vecinos, y deben aumentar su apoyo al gobierno de unidad de Iraq. Respaldamos el llamado del gobierno de Iraq para la firma de un Pacto Internacional que aporte nueva asistencia económica a cambio de mayores reformas económicas. Y el viernes, la secretaria Rice partirá hacia la región para generar apoyo para Iraq y continuar la diplomacia requerida con urgencia para ayudar a llevar la paz al Oriente Medio.
El desafío al que nos enfrentamos en el gran Oriente Medio es más que un conflicto militar. Es la lucha ideológica decisiva de nuestra era. De un lado están los que creen en la libertad y la moderación. Del otro lado están los extremistas que matan a inocentes y han declarado su intención de destruir nuestra forma de vida. A largo plazo, la manera más realista de proteger al pueblo estadounidense es ofrecer una alternativa a la ideología de odio del enemigo al promover la libertad en una región convulsionada. Es del interés de Estados Unidos estar de lado de valientes hombres y mujeres que están arriesgando la vida para reclamar su libertad y ayudarlos mientras se esfuerzan por erigir sociedades justas y promisorias en todo el Oriente Medio.
De Afganistán al Líbano a los Territorios Palestinos, millones de personas están hartas de la violencia y quieren un futuro de paz y oportunidades para sus hijos. Y sus miradas están vueltas hacia Iraq. Quieren saber: ¿Estados Unidos se retirará y cederá el futuro de ese país a los extremistas? ¿O permaneceremos con los iraquíes que han optado por la libertad?
Los cambios que he descrito esta noche tienen como propósito garantizar la supervivencia de una joven democracia que está luchando por subsistir en una región del mundo de enorme importancia para la seguridad de Estados Unidos. Permítanme ser claro: Los terroristas e insurgentes en Iraq carecen de conciencia, y harán que el próximo año sea sangriento y violento. Incluso si nuestra nueva estrategia funciona exactamente como se tiene previsto, los actos de violencia homicida continuarán, y debemos estar preparados para más bajas iraquíes y estadounidenses. La pregunta es si nuestra nueva estrategia nos acercará al éxito. Considero que lo hará.
La victoria no se asemejará a las que nuestros padres y abuelos lograron. No habrá ceremonia de capitulación en la cubierta de un buque de guerra. Pero la victoria en Iraq aportará algo nuevo al mundo árabe: una democracia que funciona y vela por el orden en su territorio, defiende el imperio de la ley, respeta las libertades humanas fundamentales y obedece el mandato de su pueblo. Un Iraq democrático no será perfecto. Pero será un país que lucha contra los terroristas en vez de protegerlos, y contribuirá a forjar un futuro de paz y seguridad para nuestros hijos y nuestros nietos.
Esta nueva estrategia se da tras consultas con el Congreso sobre los diversos rumbos que podríamos tomar en Iraq. Muchos se preocupan de que los iraquíes están volviéndose demasiado dependientes de Estados Unidos, y por lo tanto, nuestra política debe centrarse en proteger las fronteras de Iraq y procurar la captura de al Qaida. Su solución es reducir los esfuerzos de Estados Unidos en Bagdad o anunciar la retirada por etapas de nuestras fuerzas de combate. Consideramos dichas propuestas detenidamente. Y concluimos que dar un paso atrás ahora causaría el colapso del gobierno de Iraq, destruiría el país y resultaría en matanzas en masa a una escala inimaginable. Dicha situación haría que nuestras tropas se viesen forzadas a permanecer en Iraq incluso más tiempo y a enfrentarse a un enemigo todavía más letal. Si aumentamos nuestro apoyo en este momento crucial y ayudamos a los iraquíes a romper el ciclo actual de violencia, podremos adelantar el día en que nuestras tropas comiencen a regresar a casa.
En los próximos días, mi equipo de seguridad nacional presentará informes completos al Congreso sobre nuestra nueva estrategia. Si los miembros ofrecen mejoras que se pueden hacer, las haremos. Si las circunstancias cambian, haremos ajustes. Personas honorables tienen opiniones distintas y expresarán sus críticas. Es justo permitir el escrutinio de nuestras opiniones. Y todos los que participen tienen la responsabilidad de explicar de qué manera el camino que proponen tendría más probabilidades de éxito.
Siguiendo los buenos consejos del senador Joe Lieberman y otros miembros clave del Congreso, constituiremos un nuevo grupo de trabajo con miembros de ambos partidos que nos ayudará a unirnos, cruzando linderos partidistas, para ganar la guerra contra el terrorismo. Este grupo se reunirá regularmente conmigo y con mi gobierno, y ayudará a mejorar nuestra relación con el Congreso. Podemos comenzar a trabajar juntos para aumentar las dimensiones del Ejército activo y la Infantería de Marina, a fin de que Estados Unidos cuente con las Fuerzas Armadas que necesitamos para el siglo XXI. También es necesario que examinemos las maneras de movilizar a civiles estadounidenses de talento para destacarlos en el extranjero, donde puedan ayudar a forjar instituciones democráticas en comunidades y naciones que se recuperan de la guerra y tiranía.
En estos tiempos peligrosos, Estados Unidos tiene la dicha de contar con hombres y mujeres extraordinarios y desinteresados, dispuestos a ofrecerse para defendernos. Estos jóvenes estadounidenses comprenden que nuestra causa en Iraq es noble y necesaria, y que el avance de la libertad es el llamado de nuestros tiempos. Ofrecen sus servicios lejos de sus familias, quienes hacen sacrificios silenciosos de días feriados solitarios y lugares vacíos durante la cena. Han observado a sus compañeros dar la vida para asegurar nuestra libertad. Nos afligimos por la pérdida de cada estadounidense caído, y les debemos a ellos el intentar forjar un futuro digno de su sacrificio.
Conciudadanos: El año que tenemos por delante requerirá de más paciencia, sacrificio y decisión. Puede ser tentador pensar que Estados Unidos puede poner de lado las cargas de la libertad. Sin embargo, los tiempos difíciles revelan el carácter de una nación. Y durante el transcurso de nuestra historia, los estadounidenses siempre hemos desafiado a los pesimistas y visto reivindicada nuestra fe en la libertad. Ahora Estados Unidos participa en una nueva lucha que fijará el curso de un nuevo siglo. Podemos prevalecer y lo haremos.
Proseguimos con la confianza de que el Autor de la Libertad nos guiará durante estos tiempos difíciles. Gracias y buenas noches.
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END 9:21 P.M. EST
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