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Oficina del Secretario de Prensa
1 de julio de 2006
Discurso Radial del Presidente a la Nación
EL PRESIDENTE: Buenos días. Laura y yo les deseamos a todos los estadounidenses que pasen felices y a salvo el fin de semana del Cuatro de Julio. Estoy deseoso de pasar el Día de la Independencia con miembros de nuestras Fuerzas Armadas y sus familiares en Fort Bragg, Carolina del Norte. Estos valientes hombres y mujeres arriesgan la vida para defender los ideales de la generación que fundó nuestra nación, y tendré el honor de agradecerles personalmente a muchos de ellos por su servicio a favor de la causa de la libertad.
En 1776, John Adams le dijo a su esposa Abigail que el Día de la Independencia de Estados Unidos "sería celebrado por las próximas generaciones como el festival del gran aniversario". Escribió que este aniversario debía ser conmemorado "con pompa y desfiles, con espectáculos, juegos, deportes... campanas, fogatas y luces, de un extremo al otro de este continente, a partir de ahora y para siempre". Desde entonces, todas las generaciones de estadounidenses han hecho precisamente eso. Todos los años, esperamos con ansias las reuniones familiares y las grandes celebraciones que se llevan a cabo en todo el país el Cuatro de Julio. Y en medio de la música y parrilladas y fuegos artificiales, damos las gracias por nuestra libertad y honramos la valentía y los sacrificios de todos aquéllos que la hicieron posible.
El Día de la Independencia recordamos la valentía y los grandes ideales de los fundadores de nuestra nación, que libraron una lucha desesperada por vencer la tiranía y vivir en libertad. En años recientes ha habido un interés renovado en las vidas y los logros de nuestros fundadores, y nos hemos dado cuenta, una vez más, que tenían talentos extraordinarios, como también los defectos de los seres humanos comunes y corrientes, lo que hace que sus logros sean aún más admirables. Para los valientes hombres y mujeres de nuestra generación de fundadores, la certeza de la victoria no era absoluta. Sólo estaban seguros de su causa: la creencia que la libertad es una bendición de Dios y es el derecho de toda la humanidad. La firmeza de sus convicciones hizo posible que surgiera una nación libre, en la que somos bienaventurados de vivir.
El Cuatro de Julio, también honramos los sacrificios hechos por cada generación de estadounidenses para proteger las promesas de la Declaración de Independencia. Durante más de dos siglos -desde los acampamentos de Valley Forge hasta las montañas de Afganistán- los estadounidenses se han sacrificado por los principios de nuestra fundación.
Hoy, una nueva generación de patriotas estadounidenses defiende nuestra libertad de enemigos decididos y despiadados. En estos momentos, los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas enfrentan peligros en lugares distantes, cumpliendo con su misión con toda la destreza y el honor que esperamos de ellos, y sus familias sobrellevan separaciones prolongadas de sus seres queridos con gran valentía y dignidad. Nuestros soldados y nuestras familias militares merecen todo nuestro apoyo y gratitud, y este fin de semana del Cuatro de Julio, les pido a todos los estadounidenses que encuentren la manera de agradecerles a aquéllos que defienden nuestra libertad. Para averiguar sobre esfuerzos en su comunidad, sírvanse consultar AmericaSupportsYou.mil por Internet.
Al celebrar este día, también recordamos que las promesas de libertad contenidas en nuestra Declaración se aplican a todas las personas. Ya que los estadounidenses creen que la libertad es un derecho inalienable, valoramos la libertad de cada persona en cada nación. Y debido a que estamos convencidos del valor divino de cada vida, nos esforzamos por promover el respeto de la dignidad humana. Hoy, todos los que viven bajo tiranía y todos los que anhelan la libertad pueden estar seguros de que Estados Unidos los respalda.
Como ciudadanos de esta gran nación, debemos estar orgullosos de nuestro patrimonio... agradecidos por nuestra libertad... y optimistas sobre nuestro futuro. Han transcurrido doscientos treinta años desde la declaración de la independencia de Estados Unidos, y el espíritu de 1776 perdura, y nuestra nación continúa sintiéndose orgullosa de portar la antorcha de la libertad. Todavía depositamos nuestra confianza en las protecciones de la Providencia Divina. Continuamos ofreciendo nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro sagrado honor por la defensa de la libertad. Y aún creemos en la promesa de la libertad para todos.
Gracias por escuchar.
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