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For Immediate Release
Office of the Press Secretary
11 de marzo de 2002

DECLARACIONES DEL PRESIDENTE AL CONMEMORARSE LOS SEIS MESES DE LOS ATAQUES DEL 11 DE SEPTIEMBRE
The South Lawn

10:10 A.M. EST

     EL PRESIDENTE:  Representantes diplomáticos de los países de la coalición; miembros del Congreso, gabinete, Corte Suprema; miembros de las fuerzas armadas estadounidenses; miembros de todo el mundo de las fuerzas armadas de la coalición; distinguidos invitados; y damas y caballeros.  Bienvenidos a la Casa Blanca.

     Nos hemos reunido para conmemorar un día terrible, para reafirmar una causa justa y vital, y para agradecer a las muchas naciones que comparten nuestra determinación y compartirán nuestra victoria común.

     Han pasado seis meses desde el 11 de septiembre.  Sin embargo, para las familias de los perdidos, cada día trae nuevo dolor; cada día requiere de nueva valentía.  Su gracia y fuerza han sido un ejemplo para nuestra nación.  Estados Unidos no olvidará las vidas que se quitaron y la justicia que la muerte requiere.

     Enfrentamos un enemigo de ambición implacable, no obligada por la ley ni la moralidad. Los terroristas abominan a las otras religiones y han profanado la suya. Y están determinados a ampliar la escala y el alcance de su asesinato. El terrorismo orientado hacia Nueva York y Washington podría azotar en cualquier centro de la civilización. Contra tal enemigo, no existe inmunidad y no puede existir neutralidad.

     Muchas naciones y muchas familias han vivido en las tinieblas del terrorismo durante décadas y han sobrellevado años de matanza sin motivo y despiadada.  El 11 de septiembre no fue el inicio del terrorismo global, sino fue el inicio de la respuesta concertada del mundo.  La historia recordará ese día no solo como el día de una tragedia, sino como el día de una decisión, cuando el mundo civilizado fue llevado a la ira y a la acción. Y los terroristas recordarán el 11 de septiembre como el día en que se inició el ajuste de cuentas con ellos.

     Una coalición poderosa de naciones civilizadas ahora defiende nuestra seguridad común. Se han congelado los activos de los terroristas.  Los grupos fachada terroristas han sido expuestos. Se ha derrocado del poder a un régimen terrorista.  Los complots terroristas han sido desenmarañados de España a Singapur. Y miles de terroristas han sido llevados ante la justicia, se encuentran en prisión o están huyendo, temerosos por sus vidas.

     Con nosotros hoy se encuentran representantes de muchos de nuestros asociados en esta gran labor y estamos orgullosos de desplegar sus banderas en la Casa Blanca esta mañana.

Por las contribuciones que han hecho estas naciones, algunas de ellas muy conocidas, otras no, es un honor para mí extender la más profunda gratitud del pueblo de los Estados Unidos.

     El poder y la vitalidad de nuestra colación se han probado en Afganistán. Más de la mitad de las fuerzas que actualmente asisten a los heroicos combatientes afganos o proporcionan seguridad en Kabul son de países otros que Estados Unidos. Existen muchos ejemplos de compromiso: nuestro buen aliado, Francia, ha desplegado casi un cuarto de su marina para respaldar la Operación Libertad Perdurable y Gran Bretaña ha enviado su mayor destacamento naval en 20 años.  Fuerzas de operaciones especiales británicas y estadounidenses han luchado de equipos de Australia y Canadá, Noruega, Dinamarca y Alemania. En total, 17 naciones han desplegado fuerzas en la región. Y no podríamos haber hecho nuestra labor sin el apoyo crítico de ciertos países, particularmente Pakistán y Uzbekistán.

     Destructores japoneses están llenando los tanques de buques de la coalición en el Océano Indio. La fuerza armada turca ha llenado los tanques de aviones estadounidenses.  Los afganos están recibiendo tratamiento en hospitales construidos por rusos, jordanos, españoles y han recibido provisiones y ayuda de Corea del Sur.

     Las naciones en nuestra coalición han compartido las responsabilidades y los sacrificios de nuestra causa. El día anterior al 11 de septiembre, me reuní con el Primer Ministro de Australia John Howard, quien habló sobre las creencias comunes y el afecto compartido de nuestros dos países. Quién hubiera sabido que ese vínculo estaba por ser comprobado nuevamente en una guerra y quién hubiera conocido su costo humano. El mes pasado, el Sargento Andrew Russell del Australian Special Air Service, murió en Afganistán.  Dejó a su esposa, Kylie, y a su hija, Leisa, de apenas 11 días de edad. Los amigos de Sergeant Russell dijeron sobre él, "Podías contar con que nunca te desilusionara".

     Este joven y muchos como él no nos han desilusionado. Cada vida que se nos quita es una pérdida terrible. Hemos perdido jóvenes de Alemania y Dinamarca y Afganistán y Estados Unidos.  Nos acongojamos por cada uno. Y por su valentía en una causa noble, los honramos.

     Parte de esa causa era liberar al pueblo afgano de la ocupación terrorista y lo hicimos. La próxima semana, las escuelas volverán a abrir en Afganistán.  Estarán abiertas a todos  --  y muchas niñitas acudirán a la escuela por primera vez en sus jóvenes vidas.  (Aplauso.)  Afganistán tiene muchos retos difíciles por delante  --  y, sin embargo, hemos prevenido el hambre masiva, comenzado a librar campos de minas, reconstruido caminos y mejorado la atención de la salud. En Kabul, un gobierno amigo ahora es un miembro esencial de la coalición contra el terrorismo.

     Ahora que ya no está el Talibán y al-Qaida ha perdido su base para el terrorismo, hemos pasado a una segunda etapa de la guerra contra el terrorismo  --  una campaña sostenida para negarle santuario a los terroristas que pueden amenazar a nuestros ciudadanos en cualquier parte del mundo.

     En Afganistán, cientos de homicidas capacitados ahora están muertos. Muchos han sido capturados. Otros aún están en fuga con la esperanza de volver a atacar. Estos combatientes terroristas son los más dedicados, los más peligrosos y los que tienen menores probabilidades de rendirse. Están tratando de reorganizarse y los detendremos. Durante cinco meses en Afganistán, nuestra coalición ha sido paciente e incesante. Y se requiere más paciencia y más valentía. Estamos librando una batalla furiosa en las montañas Shah-i-kot y estamos ganando.  Sin embargo, no será la última batalla en Afganistán.  Y habrá otras batallas fuera de esa nación.

     Para los terroristas que están huyendo de Afganistán  --  para cualquier terrorista que está buscando una base de operaciones, no debe haber refugio ni un lugar seguro.  (Aplauso.)  Al llevar a los terroristas de un lugar a otro, interrumpimos su planificación y capacitación para mayores ataques en Estados Unidos y el mundo civilizado.  Se debe hacer que cada terrorista viva como un fugitivo internacional, sin un lugar donde establecerse u organizarse, ni gobiernos detrás de los cuales esconderse y ni siquiera un lugar seguro donde dormir.

     He establecido una política clara en la segunda etapa de la guerra contra el terrorismo:

Estados Unidos exhorta a y espera que los gobiernos de todas partes ayuden a retirar a los parásitos terroristas que amenazan sus propios países y la paz del mundo. (Aplauso.)  Si los gobiernos necesitan capacitación o recursos para lograr este compromiso, Estados Unidos ayudará.

     Actualmente estamos ayudando a Filipinas, donde terroristas con vínculos con al-Qaida están tratando de tomar control de la región sur del país para establecer un régimen militar. Están oprimiendo a la gente local y han secuestrado a ciudadanos tanto estadounidenses como filipinos. Estados Unidos ha enviado a más de 500 tropas a entrenar a las fuerzas filipinas. Respaldamos al Presidente Arroyo, quien está oponiéndose a la amenaza del terrorismo valientemente.

     En la República de Georgia, terroristas que colaboran estrechamente con al-Qaida

operan en la quebrada de Pankisi cerca de la frontera rusa.  A solicitud del Presidente

Shevardnadze, Estados Unidos planea enviar hasta 150 entrenadores militares para preparar a los soldados georginos a reestablecer control de esta región que rechaza la ley. La asistencia temporal respalda los intereses de ambos nuestros países.

     En Yemen, estamos esforzándonos por prevenir la posibilidad de otro Afganistán.

Muchos reclutas de al-Qaida provienen de cerca de la frontera entre Yemen y Arabia Saudita y al-Qaida puede tratar de reestablecerse en los rincones remotos de esa región.

El Presidente Saleh me ha asegurado que está comprometido a confrontar este peligro. Ayudaremos a las fuerzas yemenitas con tanto capacitación como equipos para prevenir que ese territorio se convierta en un refugio para terroristas.

     En la etapa actual de la guerra, nuestra coalición se está oponiendo no a una nación, sino a una red. La victoria llegará con el tiempo, a medida que esa red sea desmantelada pacientemente y sostenidamente. Esto requerirá de la cooperación internacional en varios frentes:  diplomático, financiero y militar.  No enviaremos tropas estadounidense a todas las batallas, pero Estados Unidos preparará activamente a otras naciones para las batallas por delante. Esta misión no terminará cuando concluya la labor  --  cuando las redes terroristas de alcance global hayan sido vencidas.  Los refugios y campos de entrenamiento del terrorismo son una amenaza contra nuestras vidas y nuestro estilo de vida y serán destruidos. (Aplauso.)

     Al mismo tiempo, cada nación en nuestra coalición debe tomar en serio la amenaza del terrorismo de escalas catastróficas  --  el terrorismo armado de armas biológicas, químicas o nucleares. Estados Unidos actualmente se encuentra en consultas con amigos y aliados sobre estos grandes peligros y estamos resueltos a confrontarlos.

     Esto es lo que ya sabemos:  algunos países que respaldan el terrorismo están buscando o ya poseen armas de destrucción masiva; los grupos terroristas están sedientos por estas armas y las utilizarían sin un ápice de conciencia. Y sabemos que estas armas en las manos de terroristas desencadenarían el chantaje y genocidio y caos.

     Estos hechos no pueden negarse y deben confrontarse.  Al prevenir la proliferación de armas de destrucción masiva, no existe margen de error ni oportunidad de aprender de nuestros errores. Nuestra coalición debe actuar pausadamente, pero la inacción no es una opción.  (Aplauso.)  Nunca se debe permitir que hombres sin respeto por la vida controlen los instrumentos finales de la muerte.  (Aplauso.)

     Reunidos hoy acá, nos encontramos seis meses  --  un periodo breve de una larga lucha.  Y nuestra guerra contra el terrorismo será juzgada por su final, no por su inicio. La mayoría de los peligros y sacrificios se encuentran por delante. Sin embargo, Estados Unidos está preparado. Nuestra determinación no ha hecho sino crecer, porque recordamos. Recordamos el horror y el heroísmo de esa mañana --  la muerte de niños en un paseo escolar, la resistencia de los pasajeros en un avión condenado a la ruina, la valentía de los socorristas que murieron con extraños a los que trataban de salvar. Y recordamos las imágenes de video de terroristas que se rieron sobre nuestra pérdida.

     Todas las naciones civilizadas tienen una función en esta lucha, porque todas las naciones civilizadas tienen un interés en su desenlace. No puede existir paz en un mundo en donde las diferencias y los reclamos se convierten en una excusa para hacer a los inocentes objeto del asesinato. Al luchar contra el terrorismo, luchamos por las condiciones que harán posible una paz perdurable. Luchamos por cambios legítimos en vez de la violencia caótica, por la opción humana en vez de la coerción y la crueldad, y por la dignidad y la bondad de todas las vidas.

     Todas las naciones deben saber que, para Estados Unidos, la guerra contra el terrorismo no es solamente una política sino una promesa. No descansaré en esta lucha por la libertad y la seguridad de mi país y el mundo civilizado.  (Aplauso.)

     Y seremos exitosos.  (Aplauso.)  Llegará un día en que se acabará con la amenaza organizada contra Estados Unidos, nuestros amigos y aliados. Y cuando los terroristas sean interrumpidos y estén dispersos y sean desprestigiados, muchos conflictos antiguos se verán bajo una nueva luz  --   sin el constante temor y el ciclo de amargura que los terroristas diseminan con su violencia. Veremos entonces que las disputas antiguas y serias deben resolverse bajo los límites de la razón y la buena voluntad y la seguridad mutua. Veo un mundo pacífico más allá de la guerra contra el terror y, con valentía y unidad, estamos, juntos, forjando ese mundo.

     Cualquier nación que se compromete inequívocamente contra el terror puede unirse a esta causa. Todas las naciones de buena voluntad están bienvenidas. Y, juntos, enfrentaremos los peligros de nuestra época y aprovecharemos la promesa de nuestros tiempos.

    Que Dios bendiga a nuestra coalición.  (Aplauso.)

                        END                     10:30 A.M. EST

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