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Oficina del Secretario de Prensa
20 de diciembre de 2008
Discurso Radial del Presidente a la Nación
Buenos Días.
Durante años, los fabricantes de automóviles en Estados Unidos han enfrentado grandes desafíos – costos agobiantes, una porción cada vez menor del mercado, y ganancias en decadencia. En meses recientes, la crisis financiera global ha hecho estos desafíos aún más severos. Ahora algunos ejecutivos automotrices dicen que sus compañías están al borde del colapso – y que la única manera que pueden comprar tiempo es reestructurando con ayuda del gobierno federal.
Esta es una situación difícil que implica preguntas fundamentales sobre el papel apropiado del gobierno. Por un lado, el gobierno tiene la responsabilidad de no socavar el sistema de la empresa privada. Por otro lado, el gobierno tiene la responsabilidad de salvaguardar la salud más amplia y la estabilidad de nuestra economía.
Enfrentar los desafíos en la industria automotriz requiere que mantengamos en equilibrio estas dos responsabilidades. Si dejamos que el libre mercado siga su curso ahora, es casi seguro que nos llevaría a una bancarrota desordenada y liquidación para los fabricantes de automóviles. Bajo circunstancias económicas ordinarias yo diría que éste es el precio que las compañías fallidas deben pagar – y yo no apoyaría la intervención para evitar que los fabricantes de automóviles fracasen.
Pero éstas no son circunstancias ordinarias. En medio de una crisis financiera y una recesión, permitir que la industria automotriz de Estados Unidos fracase no es un curso de acción responsable. La pregunta es cómo podemos darle la mejor oportunidad para que salga adelante. Algunos opinan que el mejor camino es permitir que las compañías automotrices se reorganicen usando las disposiciones del Capítulo 11 de nuestras leyes sobre bancarrota – y ofrecen un préstamo federal para que sigan en operación mientras tratan de reestructurarse. Pero dada la grave situación de la industria automotriz, mis asesores económicos consideran que la bancarrota ahora podría conducir a su colapso desordenado – llevando a nuestra economía hacia una recesión más profunda y más larga.
Una opción más responsable es la de dar a las compañías automotrices un incentivo para reestructurar sin ir a la bancarrota – y un breve período de tiempo dentro del cual hacerlo. Mi Administración propuso legislación para lograr esto, pero el Congreso no pudo enviarme un proyecto de ley antes del receso de fin de año. Esto significa que la única forma de evitar un colapso de la industria automovilística es que intervenga el Poder Ejecutivo. Por lo tanto, ayer anuncié que el gobierno federal otorgará préstamos a compañías automotrices – lo que les ayudará de dos maneras. Primero, los préstamos darán a los fabricantes de automóviles tres meses para poner en marcha planes para reestructurar en compañías viables – lo cual los creemos capaces de hacer. Segundo, si la reestructuración no se puede lograr sin bancarrota, los préstamos les darán tiempo a las compañías para efectuar las preparaciones legales y financieras necesarias para un proceso ordenado Capítulo 11 que ofrezca una mejor perspectiva de éxito a largo plazo.
Las condiciones de los préstamos exigirán que las compañías automotrices demuestren cómo llegarían a ser viables. Deben rembolsar todos sus préstamos al gobierno, y mostrar que sus empresas pueden tener ganancias y lograr un activo neto positivo. Esta reestructuración exigirá concesiones significativas de todos los involucrados en la industria automotriz – administración, sindicatos laborales, acreedores, obligacionistas, distribuidores y proveedores. Si una compañía no logra elaborar un plan viable hasta el 31 de marzo, tendrá que rembolsar sus préstamos federales. Tomadas en su conjunto, estas condiciones envían un mensaje claro a todo el mundo involucrado en la industria automotriz estadounidense: este es el momento de tomar las decisiones difíciles para ser viable – o la única opción será la bancarrota.
Las acciones que estoy tomando representan un paso que todos quisiéramos que no fuera necesario. Pero dada la situación, es la manera más efectiva y responsable de responder a este desafío que enfrenta la Nación. Al darle a las compañías automotrices una oportunidad de reestructurar, estaremos protegiendo al pueblo estadounidense contra un fuerte golpe económico en un momento vulnerable. Y daremos a los trabajadores estadounidenses la oportunidad de mostrar al mundo una vez más que pueden enfrentar desafíos con ingenio y determinación, y salir adelante más fuerte que antes.
Gracias por escuchar.