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Oficina del Secretario de Prensa
25 de septiembre de 2007
El Presidente Bush Se Dirige a la Asamblea General de las Naciones Unidas
Sede de las Naciones Unidas
Nueva York, Nueva York
9:57 A.M. EDT
PRESIDENTE BUSH: Señor Secretario General, señor Presidente, distinguidos delegados, damas y caballeros: Gracias por la oportunidad de dirigirme a la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Hace sesenta años, representantes de 16 países se congregaron para iniciar las deliberaciones sobre una nueva declaración internacional de derechos. El documento que produjeron se llama la Declaración Universal de Derechos Humanos. y representa un logro importante en la historia de la libertad humana. Comienza reconociendo la "dignidad intrínseca" y los "derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana" como la base de "la libertad, la justicia y la paz en el mundo". Y al reunirnos para esta 62nda Asamblea General, los estándares de la Declaración deben guiar nuestra labor en el mundo.
Alcanzar la promesa de la Declaración requiere hacerles frente a las amenazas de largo plazo; también requiere responder a las necesidades inmediatas de hoy. Las naciones en esta cámara tenemos nuestras diferencias, pero hay ciertos temas sobre los cuales todos podemos concordar. Cuando personas inocentes se ven atrapadas en una vida de asesinato y temor, no se está cumpliendo con la Declaración. Cuando millones de niños se mueren de hambre o perecen debido a una picadura de mosquito, no estamos cumpliendo con nuestro deber en el mundo. Cuando a sociedades enteras se les niega la prosperidad en la economía mundial, estamos en peor posición. Cambiar estas condiciones subyacentes es lo que la Declaración denomina el trabajo de "mayor libertad", y debe ser la labor de todo país en esta asamblea.
Esta gran institución debe dedicarse a grandes propósitos: liberar a gente de la tiranía y violencia, hambre y enfermedad, analfabetismo e ignorancia, y pobreza y desesperación. Cada miembro de las Naciones Unidas debe unirse a esta misión de liberación.
En primer lugar, la misión de las Naciones Unidas requiere liberar a pueblos de la tiranía y violencia. El primer artículo de la Declaración Universal comienza con, "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos". La verdad es negada por terroristas y extremistas que matan a inocentes con el propósito de imponerle a la humanidad su visión de odio. Los partidarios de esta ideología violenta son una amenaza para pueblos civilizados en todas partes. Todas las naciones civilizadas deben trabajar juntas para detenerlos, al intercambiar datos de inteligencia sobre sus redes e interrumpir sus fondos y llevar a sus agentes ante la justicia.
A largo plazo, la mejor manera de vencer a los extremistas es derrotar su ideología tenebrosa con una visión más optimista: la visión de libertad con la que se fundó este organismo. Estados Unidos felicita a las naciones que han avanzado hacia la libertad recientemente, entre ellas Ucrania y Georgia y Kirguizistán y Mauritania y Liberia, Sierra León y Marruecos. Los Territorios Palestinos tienen líderes moderados, líderes de la corriente principal que están trabajando para constituir instituciones libres que luchan contra el terrorismo, velan por el cumplimiento de la ley y responden a las necesidades de sus pueblos. La comunidad internacional debe apoyar a estos líderes, para que podamos promover la visión de dos Estados democráticos, Israel y Palestina, que vivan uno al lado del otro en paz y seguridad.
Ciudadanos valientes en el Líbano y Afganistán e Iraq han optado por la democracia; sin embargo, los extremistas han respondido convirtiéndolos en blancos de asesinato. Esto no es una muestra de poder; es evidencia de temor. Y los extremistas están haciendo todo en su poder para traer abajo a estas jóvenes democracias. Los pueblos del Líbano y Afganistán e Iraq han solicitado nuestra ayuda. Y cada nación civilizada tiene la responsabilidad de apoyarlos.
Toda nación civilizada también tiene la responsabilidad de apoyar a las personas que sufren bajo dictaduras. En Belarús, Corea del Norte, Siria e Irán, regímenes crueles les niegan a sus pueblos los derechos fundamentales consagrados en la Declaración Universal. Los estadounidenses están indignados por la situación en Birmania, donde una junta militar ha impuesto un reino de terror que ha durado 19 años. Las libertades básicas de libre expresión, asamblea y culto están sumamente restringidas. Las minorías étnicas son perseguidas. El trabajo forzado de menores, la trata de personas y las violaciones son comunes. El régimen tiene detenidos a más de 1,000 prisioneros políticos, entre ellos a Aung San Suu Kyi, cuyo partido fue elegido abrumadoramente por el pueblo birmano en 1990.
La junta de gobierno sigue siendo intransigente, pero el anhelo de libertad por parte del pueblo es inconfundible. Esta mañana estoy anunciando una serie de medidas para ayudar a propiciar cambios pacíficos en Birmania. Estados Unidos reforzará las sanciones económicas contra los líderes del régimen y sus patrocinadores económicos. Denegaremos visas más extensamente a los responsables de la mayoría de las violaciones más flagrantes de derechos humanos, como también a los familiares de aquéllos. Continuaremos apoyando los esfuerzos de grupos humanitarios que trabajan para aliviar el sufrimiento en Birmania. Además, insto a las Naciones Unidas y todos los países a que usen su poder diplomático y económico para ayudar al pueblo birmano a reclamar su libertad.
En Cuba, el largo gobierno de un dictador cruel está llegando a su fin. El pueblo cubano está listo para su libertad. Y al entrar la nación a un periodo de transición, Naciones Unidas debe insistir en la libre expresión, libre asamblea y finalmente, elecciones libres y competitivas.
En Zimbabwe, ciudadanos comunes y corrientes sufren bajo un régimen tiránico. El gobierno ha tomado medidas duras contra llamados pacíficos a la reforma y ha forzado a millones a huir de su territorio nacional. La conducta del régimen de Mugabe es un atentado contra su pueblo y una afrenta contra los principios de la Declaración Universal. Las Naciones Unidas debe insistir en un cambio en Harare y debe insistir en la libertad para el pueblo de Zimbabwe.
En Sudán, civiles inocentes están sufriendo bajo la represión, y en la región de Darfur, muchos están perdiendo la vida debido al genocidio. Estados Unidos ha respondido con sanciones duras contra los responsables por la violencia. Hemos proporcionado más de $2,000 millones en ayuda humanitaria y fuerzas encargadas de mantener la paz. Estoy deseoso de asistir a la reunión del Consejo de Seguridad que se concentrará en Darfur, presidida por el Presidente de Francia. Agradezco el liderazgo de Francia para ayudar a estabilizar a los vecinos de Sudán. Y las Naciones Unidas debe responder a este desafío a consciencia y cumplir con su promesa de movilizar prontamente fuerzas de mantenimiento de la paz a Darfur.
En segundo lugar, la misión de las Naciones Unidas requiere liberar a pueblos del hambre y las enfermedades. El artículo 25 de la Declaración Universal afirma: "Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica". Alrededor del mundo, las Naciones Unidas está realizando un noble esfuerzo para cumplir con estas palabras.
Alimentar a los hambrientos es un llamado especial para mi nación desde hace tiempo. Hoy en día, más de la mitad de la ayuda alimentaria del mundo proviene de Estados Unidos. Enviamos suministros alimentarios de emergencia a personas hambrientas, de los campamentos de Sudán hasta los barrios pobres. alrededor del mundo. He propuesto un innovador programa para aliviar el hambre con el cual Estados Unidos compraría las cosechas de agricultores locales en África y en otros lugares, en vez de enviar alimentos del mundo desarrollado. Esto ayudaría a fomentar la agricultura local e interrumpiría el ciclo de hambre en el mundo en desarrollo. e insto al Congreso de Estados Unidos a que apoye este programa.
Muchos en este salón están aportando un espíritu de generosidad a la lucha contra el VIH/SIDA y la malaria. Hace cinco años, en la región subsahariana de África, un diagnóstico de SIDA era considerado ampliamente como una sentencia de muerte, y menos de 50,000 personas infectadas con el virus estaban recibiendo tratamiento. El mundo respondió creando el Fondo Mundial, que trabaja con gobiernos y el sector privado para combatir la enfermedad alrededor del mundo. Estados Unidos decidió ir un paso más allá al lanzar el Plan de Emergencia para la Mitigación del SIDA, que asciende a $15,000 millones. Desde el 2003, esta campaña ha ayudado a llevar medicamentos de vanguardia a más de un millón de personas en la región subsahariana de África. Es un buen comienzo. Por lo tanto, anteriormente este año, propuse aumentar al doble nuestra promesa inicial, a $30,000 millones. Al unirse, el mundo puede cambiar la situación del VIH/SIDA. de una vez por todas.
La malaria es otra causa común de muertes. En algunos países, la malaria cobra el mismo número de vidas que el VIH/SIDA, en su gran mayoría, niños menores de cinco años. Cada una de esas muertes es innecesaria, porque es posible prevenir y tratar la enfermedad. El mundo sabe lo que se requiere para detener la malaria: mosquiteros para camas y fumigación interior y medicamentos para tratar la enfermedad. Hace dos años, Estados Unidos lanzó un programa de $1,200 millones contra la malaria. Otras naciones y el sector privado también están haciendo contribuciones vitales. Insto a cada país miembro a que no decaiga su atención, a que encuentre nuevas maneras de sumarse a esta causa y a que nos acerque al día en que se acaben las muertes debidas a la malaria.
En tercer lugar, la misión de las Naciones Unidas requiere liberar a pueblos de las cadenas del analfabetismo y la ignorancia. El artículo 26 de la Declaración Universal afirma: "Toda persona tiene derecho a la educación". Y cuando los países hacen las inversiones necesarias para educar a sus pueblos, todo el mundo se beneficia. Una educación mejor da rienda suelta al talento y potencial de sus ciudadanos y contribuye a la prosperidad de todos nosotros. Una mejor educación promueve mejor salud y mayor independencia. Una mejor educación aumenta la solidez de la democracia y debilita el atractivo de ideologías violentas. Por lo tanto, Estados Unidos se está uniendo a países alrededor del mundo para ayudarlos a brindarles una mejor educación a sus pueblos.
Una buena educación comienza con buenos maestros. En alianza con otras naciones, Estados Unidos ha ayudado a capacitar a más de 600,000 maestros y administradores. Una buena educación requiere buenos textos escolares. Por lo tanto, en alianza con otras naciones, Estados Unidos ha distribuido decenas de millones de textos. Una buena educación requiere acceso a escuelas buenas. Por lo tanto, en alianza con otras naciones, Estados Unidos está ayudando a países a elevar los estándares en sus escuelas y otorgando becas para ayudar a estudiantes a venir a escuelas en Estados Unidos. En todos nuestros esfuerzos educativos, nuestra nación se dedica a aumentar el acceso por parte de mujeres y niñas, a fin de que la oportunidad de recibir una buena educación esté a disposición de todos.
Finalmente, la misión de las Naciones Unidas requiere liberar a pueblos de la pobreza y la desesperación. El artículo 23 de la Declaración Universal afirma: "Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo [y] a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo". En el siglo XXI, esto requiere garantizar que las personas en países pobres tengan las mismas oportunidades de beneficiarse de la economía global que los pobladores de países ricos.
Las Naciones Unidas ofrece asistencia económica vital concebida para ayudar a los países en desarrollo a hacer que sus economías crezcan y alcancen su potencial. Estados Unidos concuerda con esa posición; hemos aumentado considerablemente nuestra propia asistencia para el desarrollo y estamos entregando esa ayuda de maneras innovadoras. Iniciamos la Cuenta del Desafío para el Milenio a fin de recompensar a los países que gobiernan justamente, combaten la corrupción, invierten en sus propios pueblos y promueven la libertad económica. Con esta ayuda, estamos tendiéndoles una mano a países en desarrollo con alianzas, mas no con paternalismo. Y estamos garantizando que el dinero de nuestra ayuda llegue a los que lo necesitan. y produzca resultados.
A largo plazo, la mejor manera de superar la pobreza es por medio del comercio y la inversión. Una nación abierta y que comercia con el mundo creará incentivos económicos que superan con mucho cualquier cosa que pueda recibir por medio de la ayuda exterior. Durante la década de los noventa, los países en desarrollo que redujeron significativamente los aranceles tuvieron un aumento en ingresos per cápita aproximadamente tres veces más acelerado que otros países en desarrollo. Los mercados abiertos propician el crecimiento, fomentan la inversión, aumentan la transparencia, robustecen el imperio de la ley y ayudan a los países a ayudarse a s mismos.
La comunidad internacional ahora tiene la oportunidad histórica de abrir mercados alrededor del mundo al concluir una exitosa ronda de negociaciones sobre el comercio en Doha. Un resultado exitoso en Doha significaría aperturas reales y considerables en agricultura, bienes y servicios. y reducciones reales y considerables de subsidios que distorsionan el comercio. Los países del mundo con mayor intercambio comercial, entre ellos los grandes países en desarrollo, tienen una responsabilidad especial de tomar difíciles decisiones políticas para reducir los obstáculos al comercio. Estados Unidos tiene el deseo y la flexibilidad de tomar dichas decisiones necesarias. Nuestros negociadores están demostrando ese espíritu en Ginebra. Insto a otros líderes a dar instrucciones a sus negociadores para que hagan lo mismo. Y me siento optimista de que podemos llegar a un buen acuerdo de Doha. y aprovechar esta oportunidad, única para esta generación.
Mientras tanto, Estados Unidos continuará procurando acuerdos que abran el comercio y la inversión dondequiera que podamos. Recientemente firmamos tratados de libre comercio con Perú, Colombia, Panamá y Corea del Sur. Estos pactos encarnan los valores de los mercados abiertos: reglamentación transparente y justa, respeto de la propiedad privada y resolución de disputas conforme a las normas del derecho internacional. Estos son acuerdos buenos y están listos ahora para un voto por el Congreso, e insto al Congreso a que los apruebe lo antes posible.
A la vez que Estados Unidos trabaja con las Naciones Unidas para aliviar las necesidades inmediatas, también nos unimos para abordar los desafíos a largo plazo. Juntos, estamos preparándonos para pandemias que podrían causar muertes y sufrimiento en una escala mundial. Juntos, nos esforzamos por detener la proliferación de armas de destrucción masiva. Juntos, les hacemos frente a los desafíos de seguridad energética y calidad ambiental y cambios climáticos. Agradezco las conversaciones sobre cambios climáticos dirigidas anoche por el Secretario General. Estoy a la espera de conversaciones adicionales en la reunión de las principales economías posteriormente esta semana en Washington.
Los objetivos que he planteado hoy no se pueden lograr de un día para otro. Tampoco se pueden lograr sin reformas en esta vital institución. Estados Unidos se ha comprometido a que las Naciones Unidas sea fuerte y dinámica. Sin embargo, el pueblo estadounidense está defraudado por los fracasos del Consejo de Derechos Humanos. Esta entidad ha permanecido silenciosa ante represión por parte de regímenes desde La Habana hasta Caracas, desde Pyongyang hasta Teherán, mientras concentra sus críticas excesivamente en Israel. Para ser convincente sobre derechos humanos en el mundo, las Naciones Unidas debe reformar su propio Consejo de Derechos Humanos.
Hay quienes también han propuesto reformas a la estructura del Consejo de Seguridad, lo que incluye aumentar el número de miembros. Estados Unidos está abierto a esta posibilidad. Creemos que el Japón está muy calificado para ser miembro permanente del Consejo de Seguridad y que otros países también deben ser considerados. Estados Unidos escuchará todas sus buenas ideas y apoyaremos cambios al Consejo de Seguridad como parte de una reforma más amplia de la ONU. Y en todo lo que hagamos, insto a los países miembros a que trabajen a favor de una institución que cumpla con estándares estrictos y respete los altos principios de la Declaración Universal.
Con la dedicación y valentía de esta cámara, podemos crear un mundo donde las personas tienen la libertad de expresarse, reunirse y rendir culto como deseen; un mundo donde los niños en todos los países crecen sanos, reciben una buena educación y miran hacia el futuro con esperanza; un mundo donde las oportunidades trascienden todas las fronteras. Estados Unidos dirigirá esta visión en la que todos son creados iguales y libres de ir en pos de sus sueños. Ésta es la convicción con la que se fundó mi país. Es la promesa que constituyó a esta entidad. Y con nuestra determinación, puede ser el futuro de este mundo nuestro.
Gracias y que Dios los bendiga. (Aplausos.)
END 10:18 A.M. EDT