The White House
President George W. Bush
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Office of the Press Secretary
18 de diciembre de 2005

Discurso Radial del Presidente a la Nación
The Oval Office

9:01 P.M. EST

EL PRESIDENTE: Buenas noches. Hace tres días, muchísimos iraquíes acudieron a las urnas para elegir a sus propios líderes, un día histórico en la historia de la libertad. Durante las próximas semanas, se contarán los votos, se constituirá un nuevo gobierno y un pueblo que ha sufrido tanto tiempo bajo la tiranía pasará a ser un miembro pleno del mundo libre.

Estas elecciones no significarán el fin de la violencia. Pero es el inicio de algo nuevo: la democracia constitucional en el centro del Medio Oriente. Y este voto -a 6,000 millas, en una región vital del mundo- significa que Estados Unidos cuenta con un aliado cada vez más fuerte en la lucha contra el terrorismo.

Todos aquéllos que tomaron parte en este logro -los iraquíes, y los estadounidenses y nuestros aliados en la coalición- pueden sentirse orgullosos. Sin embargo, nuestra labor no ha concluido. Hay más pruebas y sacrificios ante nosotros. Sé que muchos estadounidenses tienen preguntas acerca del costo y el rumbo de esta guerra. Entonces, esta noche deseo hablarles sobre cuán lejos hemos llegado en Iraq y sobre el camino por delante.

Desde este despacho, hace casi tres años, anuncié el inicio de las operaciones militares en Iraq. Nuestra coalición enfrentó a un régimen que desafió las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, violó un acuerdo de cese del fuego, patrocinó el terrorismo y poseía, según creíamos, armas de destrucción masiva. Después de la veloz caída de Bagdad, descubrimos fosas comunes llenadas por un dictador; encontramos cierta capacidad de reiniciar programas para producir armas de destrucción masiva, pero no encontramos dichas armas.

Es cierto que Sadam Husein tenía una trayectoria de obtener y usar armas de destrucción masiva. Es cierto que escondía estos programas sistemáticamente y bloqueaba la labor de los inspectores de armamentos de la ONU. Es cierto que muchas naciones creían que Sadam tenía armas de destrucción masiva. Pero gran parte de la información resultó ser inexacta. Como su Presidente, soy responsable por la decisión de entrar a Iraq. Sin embargo, fue lo correcto derrocar a Sadam Husein del poder.

Se le dio un ultimátum. y él tomó una decisión a favor de la guerra. Y el resultado de esa guerra fue librar. al mundo de un dictador asesino que amenazaba a su pueblo, invadió a sus vecinos y declaró a Estados Unidos su enemigo. Sadam Husein, capturado y encarcelado, aún es un tirano rabioso, sólo que ahora sin un trono. Ha desaparecido para siempre su poder de hacerle daño a un solo hombre, mujer o niño. Y el mundo es mejor debido a ello.

Desde el derrocamiento de Sadam, esta guerra, como otras guerras en nuestra historia, ha sido difícil. La misión de los soldados estadounidenses en los ataques en las ciudades y rondas en el desierto, luchando contra partidarios de Sadam y terroristas extranjeros, ha resultado en peligros y sufrimiento y pérdidas. Éstas han hecho que toda la nación se aflija.y han hecho que algunos se pregunten si estamos creando más problemas de los que estamos resolviendo.

Esa es una pregunta importante, y la respuesta depende de su punto de vista sobre la guerra contra el terrorismo. Si piensa que los terroristas pasarían a ser pacíficos si tan solo Estados Unidos dejase de incitarlos, entonces tendría sentido dejarlos tranquilos.

Esa no es la amenaza que yo veo. Veo un movimiento terrorista mundial que explota el islamismo para beneficio de objetivos políticos radicales. una visión en la que se queman libros, se oprime a las mujeres y se acalla el disentimiento. Los agentes terroristas realizan su campaña de asesinatos con un conjunto de objetivos específicos y declarados: desanimar a las naciones libres, sacarlas del Medio Oriente, para expandir un imperio de temor en toda esa región y librar una guerra perpetua contra Estados Unidos y nuestros amigos. Estos terroristas ven al mundo como un campo gigantesco de batalla, y procuran atacarnos dondequiera que puedan. Esto ha atraído a al Qaida a Iraq, donde está tratando de asustar e intimidar a Estados Unidos para que adopte una política de repliegue.

Los terroristas no sólo tienen objeciones sobre la acción de Estados Unidos en Iraq y en otros lugares; objetan sobre nuestros valores más arraigados y nuestra forma de vida. Y si no estuviésemos combatiéndolos en Iraq, en Afganistán, en el sudeste de Asia y en otros lugares, los terroristas no serían ciudadanos pacíficos; estarían a la ofensiva y camino aquí.

El 11 de septiembre de 2001 requirió que tomásemos muy seriamente cada amenaza que surgía contra nuestro país y destrozó la ilusión de que los terroristas atacaban solamente cuando eran incitados a ello. Ese día, no estábamos en Iraq, no estábamos en Afganistán, pero los terroristas nos atacaron de todos modos. y mataron a casi 3,000 hombres, mujeres y niños en nuestro propio país. Estoy convencido de esto: No creamos terrorismo al luchar contra los terroristas. Invitamos el terrorismo al ignorarlos. Y venceremos a los terroristas al capturarlos y matarlos en el extranjero, eliminar sus santuarios y reforzando a aliados nuevos como Iraq y Afganistán en nuestra lucha compartida.

El trabajo en Iraq ha sido particularmente difícil. más difícil de lo que esperábamos. Los esfuerzos de reconstrucción y entrenamiento de las fuerzas de seguridad de Iraq comenzaron más lentamente de lo que esperábamos. Continuaremos viendo violencia y sufrimiento, causados por un enemigo que es resoluto y brutal, para quien la conciencia y las reglas de la guerra no presentan trabas.

Hay quienes ven los desafíos en Iraq y concluyen que se ha perdido la guerra, y no vale un solo centavo o día más. No lo creo. Nuestros comandantes militares no creen en eso. Nuestros soldados en el terreno, que tienen la responsabilidad y hacen los sacrificios, no creen que Estados Unidos haya perdido. Ni siquiera los terroristas lo creen. Sabemos, gracias a sus propias comunicaciones, que se sienten cada vez más amenazados, y temen el surgimiento de un Iraq democrático.

Los terroristas continuarán teniendo el poder de los cobardes de colocar bombas a lo largo de los caminos y reclutar a agresores suicidas. Y ustedes seguirán viendo los lúgubres resultados en las noticias vespertinas. Esto prueba que la guerra es difícil; no significa que estamos perdiendo. Detrás de las imágenes de caos que los terroristas crean para las cámaras, estamos alcanzando logros firmes con un objetivo claro a la vista.

Estados Unidos, nuestra coalición y los líderes de Iraq están trabajando con el mismo objetivo: un Iraq democrático que pueda defenderse a sí mismo, que nunca más sea un refugio para los terroristas y que sea un modelo de libertad para el Medio Oriente.

Hemos implementado una estrategia para lograr este objetivo; una estrategia de la cual he estado hablando detalladamente durante las últimas semanas. Este plan tiene tres elementos críticos.

En primer lugar, nuestra coalición seguirá a la ofensiva, encontrando y librándonos del enemigo, transfiriendo control de más territorio a unidades iraquíes y aumentando las filas de las fuerzas de seguridad de Iraq para que puedan, cada vez más, dirigir la lucha. Para estos tiempos hace un año, había apenas unos cuantos batallones del Ejército y la policía listos para el combate. Ahora, más de 125 batallones de combate de Iraq luchan contra el enemigo, más de 50 están tomando la delantera, y hemos transferido más de una docena de bases militares al control de Iraq.

En segundo lugar, estamos ayudando al gobierno de Iraq a establecer las instituciones de una democracia unificada y perdurable, en la que todos los iraquíes son incluidos y están representados. Las noticias al respecto también son alentadoras. Hace tres días, más de 10 millones de iraquíes votaron, entre ellos muchos iraquíes sunitas que habían boicoteado las elecciones nacionales del pasado enero. Iraquíes de todos los orígenes reconocen que la democracia es el futuro del país que aman y quieren que se les escuche. Un iraquí, después de meter el dedo en la tinta púrpura al emitir su voto, levantó el dedo y dijo: "Esta es una espina ante los ojos de los terroristas". A otro votante se le preguntó, "¿Es usted sunita o chiíta?" Y respondió, "Soy iraquí".

En tercer lugar, después de una serie de reveses, nuestra coalición avanza con el plan de reconstrucción para revitalizar la economía e infraestructura de Iraq, y para generar más confianza entre los iraquíes de que una vida libre será una vida mejor. Hoy en Iraq, siete de cada 10 iraquíes dicen que sus vidas van bien, y casi dos tercios esperan que las cosas mejoren incluso más el próximo año. A pesar de la violencia, los iraquíes están optimistas, y ese optimismo está justificado.

En todos los tres aspectos de nuestra estrategia -seguridad, democracia, y reconstrucción- hemos aprendido gracias a nuestras experiencias y solucionado lo que no ha funcionado. Continuaremos escuchando las críticas sinceras y haremos todos los cambios que nos ayuden a concluir la misión. Sin embargo, existe una diferencia entre los críticos sinceros que reconocen lo que va mal y los derrotistas que rehúsan ver cualquier cosa que esté bien.

El derrotismo quizá tenga algunos partidistas, pero no está justificado por los hechos. Por cada escena de destrucción en Iraq, hay más escenas de reconstrucción y esperanza. Por cada vida que se pierde, se reclaman innumerables vidas. Y por cada terrorista que se dedica a detener la libertad en Iraq, hay muchísimos más iraquíes y estadounidenses que colaboran para vencerlos. Mis conciudadanos: No sólo podemos ganar la guerra en Iraq, sino que estamos ganando la guerra en Iraq.

También es importante que cada estadounidense comprenda las consecuencias de salir de Iraq antes de que nuestra labor concluya. Abandonaríamos a nuestros amigos iraquíes y enviaríamos una señal al mundo de que no se puede confiar con que Estados Unidos cumpla con su palabra. Menoscabaríamos el ánimo de nuestros soldados al traicionar la causa por la cual se han sacrificado. Causaríamos que los tiranos en el Medio Oriente se rían sobre nuestra determinación fallida y aumenten la represión. Entregaríamos Iraq a enemigos que han prometido atacarnos, y el movimiento terrorista mundial estaría más animado y sería más peligroso que nunca antes. Retirarse antes de la victoria sería un acto de imprudencia y un deshonor, y no lo permitiré.

Se aproxima un año nuevo, y hay ciertas cosas que todos los estadounidenses esperan ver. Veremos más sacrificio, de parte de nuestros militares, sus familias y el pueblo de Iraq. Veremos un esfuerzo concertado por mejorar las fuerzas policiales de Iraq y combatir la corrupción. Veremos a los militares iraquíes tener más fuerza y confianza, y al proceso democrático avanzar. En la medida que se alcancen dichos logros, serán necesarios menos soldados estadounidenses para lograr nuestra misión. Tomaré decisiones sobre las tropas fundamentadas en el progreso que veamos en el terreno y la asesoría de nuestros líderes militares, no en base a plazos artificiales fijados por políticos en Washington. Nuestras fuerzas en Iraq están camino a la victoria, y ese es el camino que las llevará a casa.

En los próximos meses, todos los estadounidenses tendrán parte en el éxito de esta guerra. Los miembros del Congreso deberán proporcionar recursos para nuestros militares. Nuestros hombres y mujeres que llevan el uniforme, que ya han hecho tanto, continuarán su labor valiente y urgente. Y esta noche, les pido a todos ustedes que escuchan, que consideren detenidamente lo que está en juego en esta guerra para que se den cuenta de qué tan lejos hemos llegado y el bien que estamos haciendo, y que tengan paciencia en esta causa difícil, noble y necesaria.

También quiero dirigirme a aquéllos de ustedes que no respaldaron mi decisión de enviar tropas a Iraq: He escuchado su discordancia y sé cuán profunda es. Sin embargo, existen ahora solamente dos opciones para nuestro país: la victoria o la derrota. Y la necesidad de la victoria es mayor que cualquier Presidente o partido político, porque la seguridad de nuestro pueblo está en juego. No espero que respalden todo lo que haga, pero esta noche tengo una solicitud: No caigan en la desesperación ni renuncien a esta lucha por la libertad.

Los estadounidenses también pueden esperar ciertas cosas de mí. Mi responsabilidad más solemne es proteger a nuestra nación, y eso requiere que tome ciertas decisiones difíciles. Veo las consecuencias de esas decisiones cuando conozco a militares heridos que no pueden dejar sus camas de hospital, pero logran tener la fuerza para mirarme a los ojos y decir que lo volverían a hacer. Veo las consecuencias cuando hablo con padres que extrañan tanto a un hijo. pero que me dicen que le encantaba ser soldado, creía en esta misión y, señor Presidente, concluya con la labor.

Sé que algunas de mis decisiones han llevado a pérdidas terribles. y ni una de esas decisiones fue tomada a la ligera. Sé que esta guerra es polémica. sin embargo, ser su Presidente requiere hacer lo que considero que es lo correcto y aceptar las consecuencias. Y nunca he tenido más certeza de que los actos de Estados Unidos en Iraq son esenciales para la seguridad de nuestros ciudadanos, y sentaré las bases de la paz para nuestros hijos y nietos.

La próxima semana, los estadounidenses se reunirán para celebrar la Navidad y Jánuca. Muchas familias rezarán por sus seres queridos que pasarán estas fiestas lejos de casa: en Iraq, Afganistán y otros lugares peligrosos. Nuestra nación reza con ellos. Oramos por la seguridad y fuerza de nuestros soldados. Confiamos con ellos en un amor que conquista todo temor, en una luz que llega a los rincones más recónditos de la Tierra. Y recordamos las palabras del villancico escrito durante la Guerra Civil: "Dios no está muerto, ni duerme; el mal fracasará, el bien prevalecerá, con paz en la Tierra, buena voluntad para los hombres".

Gracias y buenas noches.

END 9:18 P.M. EST


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