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Office of the Press Secretary
14 de septiembre de 2005

DECLARACIONES DEL PRESIDENTE EN LA REUNIÓN PLENARIA DE ALTO NIVEL EN LAS NACIONES UNIDAS
Sede de las Naciones Unidas
Nueva York, Nueva York

9:48 A.M. EDT

EL PRESIDENTE: Señor secretario general, señor presidente, distinguidos invitados, damas y caballeros: Gracias por el privilegio de estar aquí para el 60 aniversario de las Naciones Unidas. Gracias por su dedicación a la labor vital y los altos ideales de esta institución.

Nos conocemos en tiempos de grandes desafíos para Estados Unidos y el mundo. En este momento, hombres y mujeres a lo largo de la costa del golfo de mi país se recuperan de una de las peores catástrofes naturales de la historia de los Estados Unidos. Muchos han perdido sus casas y seres queridos y todas sus posesiones terrenales. En Alabama y Mississippi y Luisiana, vecindarios íntegros han sido tumbados de sus cimientos y estrellados contra las calles. Una gran ciudad estadounidense se esfuerza por cambiar el sentido de las aguas y reclamar su futuro.

Hemos sido testigos del poder imponente de la naturaleza y el poder superior de la compasión humana. Los estadounidenses les han respondido a sus vecinos necesitados, como también lo han hecho muchas naciones representadas en esta cámara. En total, más de 115 países y casi una docena de organismos internacionales han ofrecido ayuda. A cada país, cada provincia y cada comunidad del mundo que respalda al pueblo estadounidense en estos momentos de necesidad, le doy las gracias de mi nación.

Su respuesta, como la respuesta al tsunami del año pasado, ha mostrado nuevamente que el mundo es más compasivo y prometedor cuando actuamos juntos. Este hecho fue lo que inspiró las Naciones Unidas. Los miembros fundadores de la ONU presentaron objetivos grandiosos y honorables en la carta que redactaron hace seis decenios. Ese documento dedica a este organismo a trabajar para "preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra", "reafirmar la fe en los derechos humanos fundamentales" y "promover el progreso social y elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad". Seguimos comprometidos a esos nobles ideales. Al responder a las grandes necesidades humanitarias, debemos responder activamente a los otros grandes desafíos de nuestros tiempos. Debemos continuar esforzándonos por aliviar el sufrimiento y propagar la libertad y por sentar las bases de la paz perdurable para nuestros hijos y nietos.

En este siglo incipiente, los rincones más recónditos del mundo están más vinculados que nunca antes. y ninguna nación puede permanecer aislada e indiferente a las dificultades de las demás. Cuando un país o una región está lleno de desesperación y resentimiento, y vulnerable a ideologías violentas y agresivas, la amenaza cruza los océanos y las fronteras fácilmente, y podría amenazar la seguridad de cualquier país pacífico.

El terrorismo alimentado por la ira y la desesperación ha llegado a Túnez, a Indonesia, a Kenia, a Tanzania, a Marruecos, a Israel, a Arabia Saudita, a los Estados Unidos, a Turquía, a España, a Rusia, a Egipto, a Iraq y el Reino Unido. Y aquéllos que no han tenido ataques en su propio territorio han compartido, de todos modos, el dolor, desde los australianos matados en Bali hasta los italianos matados en Egipto y los ciudadanos de docenas de países que fueron matados el 11 de septiembre de 2001 aquí en la ciudad en que nos reunimos. La lección es clara: No puede haber seguridad si hacemos la vista gorda o procuramos llevar una vida tranquila al ignorar las dificultades y la opresión de los demás. O se propaga la esperanza o se propaga la violencia. y es necesario que nos pongamos del lado de la esperanza.

A veces nuestra seguridad requerirá hacer frente a las amenazas directamente, Y, entonces, una gran coalición de naciones se ha aunado para combatir a los terroristas en todo el mundo. Hemos trabajado juntos para ayudar a desbaratar las redes terroristas que cruzan las fronteras y desarraigar a las células radicales dentro de nuestras fronteras. Hemos eliminado santuarios terroristas. Estamos usando nuestras herramientas diplomáticas y económicas para interrumpir su financiamiento y dejarlos sin apoyo. Y mientras luchamos, los terroristas deben saber que el mundo está unido contra ellos. Debemos concluir la Convención General sobre el Terrorismo Internacional, la que hará que cada nación declare oficialmente: El acecho y la matanza intencionada por los terroristas de civiles y personas no combatientes no puede ser justificada ni legitimada por ninguna causa ni queja.

Y las naciones libres del mundo están decididas a evitar que los terroristas y sus aliados adquieran armas terribles que les permitirían matar en una escala comparable a su odio. Por ese motivo, más de 60 países respaldan la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación para interceptar los envíos de armas de destrucción masiva en tierra, mar y aire. Los terroristas deben saber que dondequiera que vayan, no pueden escaparse de la justicia.

Posteriormente hoy, el Consejo de Seguridad tendrá la oportunidad de advertir a los terroristas cuando vote sobre una resolución que condena la incitación de actos terroristas. la resolución que insta a todos los estados a tomar las medidas debidas para poner fin a tal incitación. También necesitamos suscribir e implementar la Convención Internacional para la Supresión de Actos de Terrorismo Nuclear, para que todos aquéllos que traten de obtener materiales radioactivos o dispositivos nucleares sean encausados y extraditados, dondequiera que estén. Debemos enviar un mensaje claro a los dirigentes de los regímenes al margen de la ley que respaldan el terrorismo y tratan de obtener armas de asesinato masivo: No se permitirá que amenacen la paz y estabilidad del mundo.

Es esencial enfrentar a nuestros enemigos. Y, entonces, las naciones civilizadas continuarán llevando la lucha donde los terroristas. Sin embargo, sabemos que esta guerra no será ganada tan solo por la fuerza. Debemos vencer a los terroristas en el campo de batalla y también debemos vencerlos en la batalla de ideas. Debemos cambiar las condiciones que permiten que los terroristas proliferen y recluten al darles la esperanza de la libertad a los millones que nunca la han conocido. Debemos apuntalar a los estados que están fracasando y a las sociedades estancadas que ofrecen un caldo de cultivo para los terroristas. Debemos defender y diseminar una visión de dignidad humana y oportunidad y prosperidad, una visión mucho más fuerte que el atractivo lúgubre del resentimiento y el asesinato.

Para diseminar la visión de esperanza, Estados Unidos está decidido a ayudar a las naciones que luchan contra la pobreza. Estamos comprometidos a los objetivos del Desarrollo del Milenio. Éste es un plan ambicioso que incluye reducir en mitad la pobreza y el hambre, garantizar que cada niño y niña en el mundo tenga acceso a la educación primaria y detener la propagación del SIDA, todo esto, de aquí al 2015.

Tenemos una obligación moral de ayudar a los demás. y un deber moral de asegurarnos de que nuestros actos sean eficaces. En Monterrey en el 2002, concordamos en una nueva visión sobre la manera en que combatimos la pobreza y disminuimos la corrupción y prestamos ayuda en este nuevo milenio. Los países en desarrollo aceptaron la responsabilidad de su propio progreso económico por medio del buen gobierno y las políticas sensatas y el imperio de la ley. Los países desarrollados aceptaron apoyar dichos esfuerzos, lo que incluye ayuda adicional a los países que realizan reformas necesarias. Mi propio país ha tratado de implementar el Consenso de Monterrey al crear la nueva Cuenta del Desafío del Milenio. Esta cuenta está aumentando la ayuda de los Estados Unidos a los países que gobiernan equitativamente, invierten en sus propios pueblos y promueven la libertad económica.

Es necesario hacer más. Insto a todas las naciones del mundo a implementar el Consenso de Monterrey. Implementar el Consenso de Monterrey significa continuar siguiendo el largo y difícil camino hacia la reforma. Implementar el Consenso de Monterrey significa crear una sociedad auténtica entre los países desarrollados y en desarrollo para reemplazar la relación de donante- cliente del pasado. E implementar el Consenso de Monterrey significa acoger a todos los países en desarrollo como participantes plenos de la economía mundial, con todos los beneficios y las responsabilidades requeridos.

Vincular la ayuda a las reformas es esencial para eliminar la pobreza, pero nuestra labor no concluye allí. Para muchos países, el SIDA; la malaria y las otras enfermedades son tanto tragedias humanas como obstáculos considerables para el desarrollo. Debemos dar a los países pobres los medicamentos de emergencia que necesitan para salvar vidas y para combatir las epidemias infecciosas. Por medio de nuestros programas bilaterales y el Fondo Mundial, Estados Unidos continuará siendo el líder en el mundo en aportar recursos para vencer la plaga del VIH-SIDA.

Actualmente, Estados Unidos colabora con las autoridades y los organismos locales en el mayor programa de la historia para combatir una enfermedad específica. En toda África, ayudamos a los funcionarios locales de la salud a ampliar las instalaciones de detección de SIDA, a capacitar y respaldar a los médicos y enfermeros y asesores, y a mejorar clínicas y hospitales. Trabajando con nuestros asociados africanos, hasta ahora hemos ofrecido tratamiento para salvarles las vidas a más de 230,000 personas en el sur del Sahara en África. Estamos más avanzados de lo programado para cumplir con un objetivo importante: ofrecer tratamiento para el VIH-SIDA a casi dos millones de adultos y niños en África. En la Cumbre del G-8 en Gleneagles, Escocia, fijamos un objetivo claro: una generación libre de SIDA en África. Y desafío a todo miembro de las Naciones Unidas a que tome medidas concretas para lograr ese objetivo.

También nos esforzamos por combatir la malaria. Esta enfermedad prevenible mata a más de un millón de personas en todo el mundo anualmente. y deja pobreza y dolor en cada país que afecta. Estados Unidos ha fijado la meta de reducir en mitad la tasa de muertes debidas al paludismo en por lo menos 15 países africanos altamente endémicos. Para lograr ese objetivo, hemos prometido aumentar nuestros fondos para el tratamiento y la prevención de la malaria en más de $1,200 millones durante los próximos cinco años. Invitamos a otras naciones a que se nos unan en este esfuerzo al prometer ayuda específica a las decenas de países africanos que la necesitan. Juntos podemos combatir la malaria y salvar cientos de miles de otras vidas y llevar esperanza a los países que han sido desolados por esta terrible enfermedad.

Al reafianzar nuestro compromiso a combatir la malaria y el SIDA, debemos también permanecer a la ofensiva contra las nuevas amenazas a la salud pública como la gripe aviar. Si no es combatido, este virus podría convertirse en la primera pandemia del siglo XXI. No debemos permitir que eso suceda. Hoy anuncio una nueva Alianza contra la Gripe Aviar y Pandémica. La alianza requiere que los países que les hagan frente a un brote compartan información inmediatamente con la Organización Mundial de la Salud. Al requerir la transparencia, podemos responder más rápidamente a los brotes peligrosos y detenerlos a tiempo. Muchas naciones ya se han unido a esta sociedad; invitamos a todas las naciones a participar. Es esencial que colaboremos, y al hacerlo, cumpliremos con un deber moral de proteger a nuestros ciudadanos y sanar a los enfermos y consolar a los afligidos.

Incluso con más ayuda para combatir las enfermedades y reformar las economías, muchas naciones son retrasadas por otro gran desafío: la carga de la deuda. Entonces, Estados Unidos y muchas naciones también han actuado para aliviar esta carga que limita el crecimiento de las economías en desarrollo y mantiene a millones de personas en la pobreza. Hoy, los países pobres con las mayores cargas de deuda reciben más de $30,000 millones en alivio de la carga de la deuda. Y para evitar que la deuda crezca en el futuro, mi país y otras naciones han acordado que las instituciones financieras internacionales deben ofrecer cada vez más ayuda a manera de subvenciones, en vez de préstamos. El G-8 acordó en Gleneagles ir más allá. Para acabar con el ciclo de prestar y condonar permanentemente, aceptamos cancelar 100 por ciento de la deuda de los países más endeudados del mundo. Insto al Banco Mundial y al FMI a que finalicen este acuerdo histórico lo antes posible.

Lucharemos para aliviar la carga de la pobreza en los lugares donde se sufre.no sólo en ese momento, sino permanentemente. Y el camino más seguro a la riqueza es mayor intercambio comercial. En una carta que me escribió en agosto, el Secretario General aplaudió la labor del G-8, pero me dijo que la ayuda y la condonación de deudas no eran suficientes. El Secretario General dijo que también necesitamos reducir los barreras arancelarias y los subsidios que retrasan a los países en desarrollo. Estoy de acuerdo con el Secretario General: La Ronda de Doha es "la manera más prometedora" de lograr este objetivo.

Una Roda de Doha exitosa reducirá y eliminará los aranceles y otras barreras a los productos agrícolas e industriales. Pondrá fin a los subsidios agrícolas no equitativos. Abrirá mercados mundiales para los servicios. Con Doha, cada nación saldrá ganando y el mundo en desarrollo ha de ganar más. Históricamente, las naciones en desarrollo que permiten el comercio crecen con una tasa varias veces mayor que los otros países. La eliminación de las barreras arancelarias podría sacar a millones de personas de la pobreza durante los próximos 15 años. Hay mucho en juego. Las vidas y los futuros de millones de los ciudadanos más pobres del mundo dependen de ello. Y, entonces, debemos llevar a un fin exitoso las conversaciones sobre el comercio de Doha.

Doha es un paso importante hacia un objetivo superior: Debemos derribar las murallas que separan al mundo desarrollado del mundo en desarrollo. Necesitamos dar a los ciudadanos de las naciones más pobres la misma capacidad de obtener acceso a la economía mundial que tienen las personas en las naciones más ricas, para que puedan ofrecer sus bienes y talentos en el mercado mundial junto con todos los demás. Necesitamos garantizar que tengan las mismas oportunidades de hacer que sus sueños se cumplan, mantener a sus familias y llevar vidas dignas e independientes.

Y los principales obstáculos para lograr dichos objetivos son los aranceles y los subsidios y las barreras que aíslan a las personas de los países en desarrollo de las grandes oportunidades del siglo XXI. Hoy, reitero mi desafío anterior: Debemos colaborar en las negociaciones de Doha para eliminar los subsidios agrícolas que distorsionan el comercio y truncan el desarrollo, y eliminar los aranceles y otras barreras para abrir los mercados para los agricultores de todo el mundo. Hoy, llevo el desafío un paso más allá al hacer esta promesa: Estados Unidos está preparado a eliminar todos los aranceles, subsidios y otras barreras al flujo libre de bienes y servicios en la medida que otras naciones hagan lo mismo. Esto es clave para derrotar la pobreza en las naciones más pobres del mundo. Es esencial que promovamos la prosperidad y las oportunidades para todas las naciones.

Al aumentar el comercio, propagamos la esperanza y las oportunidades a los rincones del mundo y azotamos a los terroristas que subsisten de la ira y del resentimiento. Nuestro plan para el comercio más libre es parte de nuestro plan para un mundo más libre, donde la gente puede vivir y rendir culto y criar a sus hijos como escoja hacerlo. A largo plazo, la mejor manera de proteger la libertad religiosa y los derechos de las mujeres y las minorías es por medio de las instituciones del autogobierno, que permiten que la gente haga valer y defienda sus propios derechos. Todos los que defienden los derechos humanos también deben defender la libertad humana.

Esta es una gran oportunidad en la causa de la libertad. En todo el mundo, los corazones y las mentes están aceptando el mensaje de la libertad humana más que nunca antes. En apenas los últimos dos años, decenas de millones han votado en elecciones libres en Afganistán e Iraq, en el Líbano y los territorios palestinos, en Kirguistán, en Ucrania y Georgia. Y al reclamar su libertad, inspiran a millones más en todo el gran Medio Oriente. Debemos alentar sus aspiraciones. Debemos fomentar el avance de la libertad. Y las Naciones Unidas tiene una función vital que desempeñar.

Por medio del Fondo para la Democracia de las Naciones Unidas, los miembros democráticos de la ONU se dedicarán a ayudar a aquéllos que quieran incorporase al mundo democrático. Es apropiado que la mayor democracia del mundo, India, haya tomado la delantera en este esfuerzo al prometer $10 millones para iniciar el fondo. A cada nación libre le conviene el éxito de este fondo. y cada nación libre tiene una responsabilidad de promover la causa de la libertad.

La labor de la democracia va más allá de celebrar elecciones imparciales; requiere establecer las instituciones que respaldan la libertad. La democracia cobra diferentes formas en las diferentes culturas; sin embargo, todas las sociedades libres tienen ciertas cosas en común. Las naciones democráticas respetan el imperio de la ley, imponen límites en el poder del Estado, tratan a las mujeres y las minorías como ciudadanos plenos. Las naciones democráticas protegen la propiedad privada, la libre expresión y la expresión religiosa. Las naciones democráticas cobran fuerza porque recompensan y respetan las dotes creativas de su pueblo. Y las naciones democráticas contribuyen a la paz y estabilidad porque buscan la grandeza nacional en los logros de sus ciudadanos, no la conquista de sus vecinos.

Por estos motivos, todo el mundo tiene un interés vital en el éxito de un Iraq libre. y a ninguna nación civilizada le conviene ver el surgimiento de un nuevo Estado terrorista en ese país. Por lo que el mundo libre se esfuerza por ayudar al pueblo de Iraq a forjar una nueva nación que pueda ser autónoma, pueda sostenerse y defenderse. Es una oportunidad emocionante para todos nosotros en esta cámara. Y las Naciones Unidas desempeñó una función vital en el éxito de las elecciones de enero, cuando ocho y medio millones de iraquíes desafiaron a los terroristas y emitieron votos. Y desde entonces, las Naciones Unidas ha respaldado a los líderes electos de Iraq mientras redactaban una nueva constitución.

Las Naciones Unidas y los estados miembros deben continuar respaldando al pueblo iraquí mientras concluyen la travesía hacia un gobierno plenamente constitucional. Y cuando los iraquíes concluyan su travesía, su éxito inspirará a otros a reclamar su libertad, el Medio Oriente tendrá más paz y esperanza y libertad, y todos nosotros viviremos en un mundo más seguro.

Promover la libertad y seguridad es el llamado de nuestros tiempos. Es la misión de las Naciones Unidas. Las Naciones Unidas fue creada para propagar la esperanza de la libertad y para combatir la pobreza y las enfermedades, y para ayudar a proteger los derechos humanos y la dignidad humana de todas las personas del mundo. Para contribuir a hacer realidad estas promesas, las Naciones Unidas debe ser fuerte y eficiente, estar libre de corrupción y rendir cuentas por las personas a las que ayuda. Las Naciones Unidas debe representar la integridad y vivir con los altos estándares que fija para los demás. Y las reformas institucionales significativas deben incluir medidas para mejorar la supervisión interna, identificar maneras de ahorrar dinero y garantizar que los valiosos recursos sean utilizados para el propósito previsto.

Las Naciones Unidas ha dado los primeros pasos hacia la reforma. El proceso continuará en la Asamblea General en el otoño, y Estados Unidos se sumará a los otros para dirigir ese esfuerzo. Y el proceso de reforma comienza con miembros que cumplen con nuestras responsabilidades con seriedad. Cuando los estados miembros de esta gran institución escogen a aquéllos que son por notorios por violar los derechos humanos como miembros de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, desprestigian un esfuerzo noble y le restan credibilidad a todo el organismo. Si los países miembros quieren que las Naciones Unidas sea respetada, respetada y eficaz, deben comenzar por asegurarse de que sea digna de ese respeto.

Al iniciarse un siglo nuevo, el mundo necesita que las Naciones Unidas cumpla con sus ideales y su misión. Los miembros que fundaron este organismo sabían que la seguridad del mundo dependería cada vez más de la promoción de los derechos de la humanidad, y esto requeriría de la labor de muchas manos. Después de comprometer a los Estados Unidos a la idea de la ONU en 1945, el Presidente Franklin Roosevelt declaró: "La estructura de la paz mundial no puede ser la labor de un hombre ni de un partido ni de una nación". La paz es la responsabilidad de cada nación y cada generación.

En cada era de la historia, el espíritu humano ha sido desafiado por las fuerzas de la oscuridad y el caos. Algunos desafíos son actos de la naturaleza; otros, obra del hombre. Este organismo se constituyó para abordar esos desafíos al utilizar los mejores instintos de la humanidad, la fuerza del mundo, unido con un propósito común. Con valentía y en conciencia, cumpliremos con nuestras responsabilidades de proteger las vidas y los derechos de los demás. Y cuando lo hagamos, ayudaremos a que se cumpla la promesa de las Naciones Unidas y garantizaremos que cada ser humano disfrute de la paz y la libertad y la dignidad que nuestro Creador pretendía para todos.

Gracias. (Aplausos.)

END 10:13 A.M. EDT


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