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Oficina del Secretario de Prensa
29 de marzo de 2007

Declaraciones del Presidente en la Ceremonia de Entrega de la Medalla de Oro del Congreso Honrando a Los Aviadores de Tuskegee
U.S. Capitol

2:23 P.M. EDT

EL PRESIDENTE: Gracias a todos. Sírvanse tomar asiento. Gracias. Señora presidenta, señor líder de la mayoría, miembros del Congreso, secretario Powell, distinguidos invitados: ¿Saben? La presidenta y yo tuvimos el honor de tomarnos una foto con ustedes, y mientras caminaba hacia la rotonda, donde me invitan y voy de vez en cuando, me impactó el hecho de que estaba entre héroes que no eran estatuas. Me impresionó estar entre héroes aún vivos. (Aplausos.) Les agradezco porque sus actos honran a nuestro país. Y la medalla que están por recibir significa que nuestro país les rinde homenaje como es debido.

President George W. Bush speaks during the Congressional Gold Medal ceremony for the Tuskegee Airmen Thursday, March 29, 2007, at the U.S. Capitol. Said the President, “The Tuskegee Airmen helped win a war, and you helped change our nation for the better. Yours is the story of the human spirit, and it ends like all great stories do – with wisdom and lessons and hope for tomorrow.”  White House photo by Eric DraperQuiero darles las gracias al senador Carl Levin y al sargento Rangel. (Risas.) Discúlpeme, señor presidente. (Aplausos.) Les agradezco por su iniciativa con respecto a este asunto. Estoy muy interesado en los aviadores de la Segunda Guerra Mundial. Fui criado por uno. Voló con un grupo de jóvenes valientes que sobrellevaron tiempos difíciles por defender a nuestro país. Sin embargo, a pesar de todo lo que sacrificaron y todo lo que perdieron, de cierta manera, fueron muy afortunados, porque nunca llevaron la carga de que cada una de sus misiones, cada uno de sus éxitos, cada uno de sus fracasos fuese visto teniendo en mente el color de su piel. Nadie les dijo que eran buenos para ser de su raza. Nadie se rehusó a devolverles el saludo. Nadie hizo que aguantaran humillaciones diarias mientras llevaban el uniforme de su país.

El caso de los hombres en esta sala fue distinto. Cuando Estados Unidos entró a la Segunda Guerra Mundial, podría haber sido fácil para ellos hacer poco por nuestro país. Al fin y al cabo, el país no hacía mucho por ellos. Incluso los nazis se preguntaban por qué los afro-americanos querrían luchar por un país que los trataba tan injustamente. Sin embargo, los aviadores de Tuskegee estaban deseosos de participar.

¿Saben? Me interesa mucho el caso de un joven que estaba tan preocupado de que el Ejército cambiara de idea sobre dejarlo volar, que condujo inmediatamente a una estación de tren. Dejó su auto, como también equipo de fotografía por un valor de $1,000. No volvió a ver su auto, no volvió a ver su cámara, pero se hizo aviador.

Estos hombres ante nosotros sintieron una urgencia particular. Libraban dos guerras: Una en Europa, y la otra en el corazón y la mente de nuestros ciudadanos. Es por eso que están aquí. En una ocasión se le preguntó –muy en serio– al comandante de raza blanca del campo de aviación, ¿qué tal vuelan los afro-americanos?… lo que reflejaba la ignorancia de aquel entonces. Dijeron, ¿qué tal vuelan los afro-americanos? Él dijo, "Ah, vuelan como todos los demás: con palanca y timón". Pronto, los estadounidenses leían los titulares en sus cocinas y salas. Probablemente ustedes no se percataron de ello entonces, pero estaban haciendo noticia en casa. Las noticias hablaban de pilotos que estaban ganando una batalla común.

President George W. Bush presents the Congressional Gold Medal to Dr. Roscoe Brown Jr., during ceremonies honoring the Tuskegee Airmen Thursday, March 29, 2007, at the U.S. Capitol. Dr. Brown, Director of the Center for Urban Education Policy and University Professor at the Graduate School and University Center of the City University of New York, commanded the 100th Fighter Squadron of the 332 Fighter Group during World War II.  White House photo by Eric DraperY poco a poco, cada victoria en la guerra se convirtió en una victoria aquí en Estados Unidos. Y estamos en la presencia de hombres que están ganando esas victorias, victorias importantes; líderes que trajeron abajo los prejuicios nunca antes cuestionados de una sociedad diferente. Hicieron que los afro-americanos sintieran orgullo y optimismo.

Vieron ese orgullo y respeto –estoy seguro de que lo recuerdan– en los rostros de los niños que se les acercaban inmediatamente después de la guerra y les jalaban del uniforme y preguntaban, "Señor, ¿realmente puede volar un avión?" Algunos de ustedes han estado en Alemania e Iraq, y aún ven ese orgullo.

Agradezco que hayan ido. Agradezco el hecho de que uno de nuestros jóvenes soldados hoy tomó fotos para… de ustedes para un libro de recuerdos para sus hijos. Agradezco el hecho que uno de nuestros soldados dijo hoy, "Son pocas las veces en que uno tiene la oportunidad de conocer a hombres que nos abrieron sendas”. (Aplausos.)

Los aviadores de Tuskegee ayudaron a ganar una guerra y ayudaron a cambiar a nuestra nación para mejor. La suya es una historia sobre el espíritu humano, y concluye como todas las grandes historias: con sabiduría y lecciones y esperanza en el futuro. Y la medalla que les otorgamos hoy significa que estamos poniendo de nuestra parte para asegurar que su historia se cuente y respete durante muchas generaciones. (Aplausos.)

Y quisiera que este gesto sea una reivindicación por todos los saludos no devueltos y las imperdonables indignidades de las que fueron objeto. Y, entonces, en nombre del cargo que ocupo y un país que les rinde homenaje, los saludo por sus servicios a los Estados Unidos de Norteamérica. (Aplausos.)

(Se otorgó la Medalla de Oro del Congreso.) (Aplausos.)

END 2:34 P.M. EDT