The White House
President George W. Bush
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Office of the Press Secretary
15 de septiembre de 2005

DISCURSO DEL PRESIDENTE A LA NACIÓN
Jackson Square
Nueva Orleans, Luisiana

8:02 P.M. CDT

EL PRESIDENTE: Buenas noches. Les hablo desde la ciudad de Nueva Orleans. casi vacía, aún parcialmente sumergida y esperando que regresen la vida y la esperanza. Hacia el este del lago Pontchartrain, en toda la costa de Mississippi hasta Alabama y Florida, millones de vidas fueron cambiadas en un día debido a una tormenta cruel y destructiva.

En la secuela, hemos visto a conciudadanos que quedaron aturdidos y desarraigados, en busca de seres queridos y lamentando la pérdida de los fallecidos, y buscándole sentido a una tragedia que parece tan ciega y al azar. Hemos sido testigos del tipo de desesperación que ningún ciudadano de esta gran y generosa nación debería conocer jamás: conciudadanos que claman por alimentos y agua, personas vulnerables dejadas a la merced de delincuentes que no tuvieron misericordia y cuerpos de los fallecidos que yacían destapados y desatendidos en la calle.

Estos días de dolor e indignación también han sido caracterizados por actos de valentía y bondad que enorgullecen a todos los estadounidenses. El Servicio de Guardacostas y otro personal rescataron a decenas de miles de personas de los vecindarios inundados. Congregaciones religiosas y familias han acogido a extraños como hermanos y vecinos. En la comunidad de Chalmette, cuando dos hombres trataron de allanar una casa, el dueño los invitó a quedarse. y acogió a 15 otras personas que no tenían dónde ir. En Tulane Hospital for Children, los médicos y enfermeros no comieron durante varios días para que los pacientes pudieran tener comida, y finalmente cargaron a los pacientes en sus espaldas ocho pisos arriba hasta los helicópteros.

Muchos de los socorristas fueron víctimas ellos mismos: personas heridas que consolaban con un sentido de deber superior a su propio sufrimiento. Cuando conocí a Steve Scott del Departamento de Bomberos de Biloxi, él y sus colegas realizaban una búsqueda de sobrevivientes de casa en casa. Steve me dijo lo siguiente: "Perdí mi casa y perdí mis autos, pero todavía tengo a mi familia... y todavía tengo mi espíritu".

En toda la costa del golfo, entre las personas que han perdido mucho y sufrido mucho, y dado todo en su poder, vemos ese mismo espíritu: un centro de fuerza que sobrevive todo dolor, una fe en Dios que ninguna tormenta puede hacer desaparecer y un propósito estadounidense poderoso para despejar las ruinas y construir mejor que nunca.

Tantas de las víctimas del huracán y la inundación están esta noche lejos de su casa y amigos y cosas conocidas. Deben saber que toda nuestra nación se interesa en ustedes y en la travesía por delante no estarán solos. A todos aquéllos que llevan la carga de una pérdida, les doy el más sincero pésame de nuestro país. A cada persona que haya prestado servicios y se haya sacrificado en esta emergencia, le ofrezco la gratitud de nuestro país. Y esta noche también le hago esta promesa al pueblo estadounidense: En toda la región azotada por el huracán, haremos lo que sea necesario, permaneceremos todo lo que tarde, para ayudar a los ciudadanos a reconstruir sus comunidades y rehacer sus vidas. Y todos los que cuestionan el futuro de la Ciudad de la Creciente deben saber: No hay forma de imaginar a los Estados Unidos sin Nueva Orleans, y esta gran ciudad resucitará.

La labor de rescate ha concluido mayormente; la labor de recuperación avanza. En casi todo Mississippi, se ha reestablecido el servicio eléctrico. El comercio está comenzando a regresar al puerto de Nueva Orleans, y los embarques agrícolas se desplazan por el río Mississippi. Todos los conductos principales de gasolina están en funcionamiento, lo que evita la interrupción del suministro que muchos temieron. Las brechas de los diques han sido cerradas, las bombas están operando, y el agua aquí en Nueva Orleans se retira hora a hora. Los funcionarios dedicados al medio ambiente están en el terreno, haciendo pruebas de agua, identificando y lidiando con el despojo peligroso, y esforzándose por hacer que los sistemas de tratamiento de agua potable y aguas residuales funcionen nuevamente. Y deberes muy tristes están siendo desempeñados por profesionales que reúnen a los fallecidos, los tratan con respeto y los preparan para descansar.

En la labor de recuperación y reconstrucción, parte del trabajo más difícil aún está por delante y requerirá de las habilidades creativas y la generosidad de un país unido.

Nuestro compromiso primordial es atender las necesidades inmediatas de aquéllos que tuvieron que escapar de sus casas y dejar atrás todas sus posesiones. Para estos estadounidenses, cada noche trae incertidumbre, cada día requiere valentía nueva, y los próximos meses traerán más luchas de las que les corresponde.

El Departamento de Seguridad Nacional está inscribiendo a los evacuados que están actualmente en albergues e iglesias o casas privadas, ya sea en la región del golfo o lejos. He emitido un decreto que dispone la ayuda inmediata a las personas en la región del desastre. Hasta hoy, más de 500,000 familias evacuadas han recibido ayuda de emergencia para pagar alimentos, comida y otros efectos esenciales. Los evacuados que aún no se han inscrito deben comunicarse con FEMA o la Cruz Roja. Es necesario que sepamos quiénes son, porque muchos de ustedes cumplirán con los requisitos para más asistencia en el futuro. Muchas familias fueron separadas durante la evacuación, y nos esforzamos por que se reunifiquen. Sírvanse llamar a este número: 1-877-568-3317. es 1-877-568-3317. y nos dedicaremos a reunir a sus familias y pagaremos su transporte para que vayan donde están.

Además, tomamos medidas para garantizar que los evacuados no tengan que viajar largas distancias ni lidiar con la burocracia para recibir las subvenciones que están a su disposición. El Departamento de Salud y Servicios Humanos ha enviado a más de 1,500 profesionales de la salud, además de más de 50 toneladas de provisiones médicas, entre ellas, vacunas y antibióticos y medicamentos, para las personas con enfermedades crónicas como la diabetes. La Administración del Seguro Social está entregando cheques. El Departamento de Trabajo está ayudando a las personas desalojadas a solicitar empleos temporales y prestaciones de desempleo. Y el Servicio de Correo está tomando nota de las direcciones nuevas para que las personas puedan recibir su correo.

Para realizar las primeras etapas de las actividades de socorro y comenzar a reconstruir inmediatamente, le he pedido al Congreso y éste ha asignado más de $60,000 millones. Esta es una respuesta sin precedente a una crisis sin precedente, lo que demuestra la compasión y el propósito de nuestra nación.

Nuestro segundo compromiso es ayudar a los ciudadanos de la costa del golfo a superar esta catástrofe, rehacer sus vidas y reconstruir sus comunidades. A lo largo de esta cosa, milla tras milla, el viento y el agua barrió con la tierra. En Mississippi, muchos miles de casas fueron dañadas o destruidas. En Nueva Orleans y los distritos aledaños, más de un cuarto de millón de casas ya no son lo suficientemente seguras como para ser pobladas. Cientos de miles de personas en toda esta región necesitarán encontrar vivienda a largo plazo.

Nuestro objetivo es sacar a la gente de los albergues para mediados de octubre. Por lo tanto, estamos ofreciendo ayuda directa a los evacuados que les permite alquilar departamentos, y muchos ya se están mudando a sitios propios. Varios estados han aceptado a los evacuados y mostrado muchísima compasión. al admitir a los niños a las escuelas y prestar atención médica. Por ello, trabajaré con el Congreso para garantizar que los estados sean reembolsados por esos gastos adicionales.

A la región de la catástrofe y las ciudades que han recibido números altísimos de personas desalojadas, estamos comenzando a llevar casas móviles para su uso temporal. Para aliviar la carga de las instalaciones locales de cuidado médico en la región, estamos enviando médicos y enfermeros adicionales a dichas zonas. También estamos aportando dinero que se puede utilizar para cubrir el sueldo de los departamentos de policía y bomberos mientras que las ciudades y los pueblos son reconstruidos.

Cerca de Nueva Orleans y Biloxi y otras ciudades, la vivienda es urgentemente necesaria para policías y bomberos, otros socorristas y los muchos trabajadores que van a reconstruir esas ciudades. Ahora mismo, muchos duermen en embarcaciones que han sido llevadas al puerto de Nueva Orleans. y más buques están en camino a la región. Y proporcionaremos casas móviles y las dotaremos de los servicios básicos, lo más cercano posible a las zonas de construcción, para que el proceso de reconstrucción pueda proseguir lo más rápido posible.

Y el gobierno federal emprenderá alianzas estrechas con los estados de Luisiana y Mississippi, la ciudad de Nueva Orleans y las otras ciudades del golfo, para que podamos reconstruir de manera sensata, bien planificada. Fondos federales pagarán la gran mayoría del costo de reparar la infraestructura pública en la región del desastre, desde carreteras y puentes hasta escuelas y sistemas de agua. Nuestro objetivo es concluir la labor rápidamente. Y los contribuyentes esperan que este trabajo se haga de manera honesta y sensata, por lo que haremos que un equipo de inspectores generales examine los gastos.

En el proceso de reconstrucción, habrá muchas decisiones importantes y muchos detalles que resolver, sin embargo, proseguimos de acuerdo a ciertos principios claros. El gobierno federal participará plenamente en la misión, pero el Gobernador Barbour, la Gobernadora Blanco, el Alcalde Nagin y otros líderes estatales y locales tendrán una función principal en los planes para su propio futuro. Claramente, las comunidades tendrán que actuar decididamente para cambiar las leyes de planificación y los códigos de construcción para evitar que se repita lo que hemos visto. Y en la labor de la reconstrucción, el mayor número de empleos posible debe destinarse a los hombres y las mujeres que viven en Luisiana, Mississippi y Alabama.

Nuestro tercer compromiso es este: Cuando las comunidades sean reconstruidas, deben ser incluso mejores y más fuertes que antes de la tormenta. En la región del golfo están algunos de los lugares más bellos e históricos de los Estados Unidos. Como todos vimos en televisión, también hay pobreza profunda y persistente en esta región. La raíz de esa pobreza es una historia de discriminación racial, que evitó que muchas generaciones tuvieran oportunidades en los Estados Unidos. Tenemos un deber de afrontar esta pobreza con medidas audaces. Por lo que restablezcamos todo lo que atesorábamos en el pasado y sobrepongámonos al legado de inequidad. Cuando las calles sean reconstruidas, debe haber muchos negocios nuevos, entre ellos, negocios de propiedad de personas que pertenecen a grupos minoritarios, a lo largo de esas calles. Cuando las casas sean reconstruidas, más familias deben ser dueñas de esas casas, mas no alquilarlas. Cuando la economía regional se revitalice, las personas locales deben estar preparadas para los puestos de trabajo que se están creando.

Los estadounidenses quieren que la costa del golfo no sólo sobreviva, sino que prospere; que no sólo lidie sino que supere. Queremos que los evacuados regresen a casa, por la mejor de las razones: porque tienen una oportunidad real de una vida mejor en un lugar que aman.

Cuando un reportero le preguntó a un residente de esta ciudad si pensaba mudarse, éste dijo, "No, reconstruiré. pero construiré más alto". Esa es nuestra visión para el futuro, en esta ciudad y más allá: No simplemente reconstruiremos, sino que construiremos más alto y mejor. Para cumplir con este objetivo, escucharé las buenas ideas del Congreso y los funcionarios estatales y locales y el sector privado. Creo que debemos comenzar con tres programas que el Congreso debe aprobar.

Esta noche propongo la creación de una Zona de Oportunidad del Golfo (Gulf Opportunity Zone) que abarque la región de la catástrofe en Luisiana y Mississippi y Alabama. Dentro de esta zona, debemos ofrecer incentivos inmediatos para la inversión que genera empleos, recortes tributarios para las pequeñas empresas, incentivos para que las empresas creen puestos de trabajo y préstamos y garantías de préstamos para que los pequeños negocios, entre ellos, las empresas de propiedad de personas que pertenecen a grupos minoritarios, para hacer que vuelvan a funcionar. Es el espíritu empresarial lo que crea puestos y oportunidades; es el espíritu empresarial lo que ayuda a ponerle fin al círculo de la pobreza, y nos pondremos del lado de los empresarios mientras dirijan la revitalización económica de la región del golfo.

Propongo la creación de Cuentas para la Recuperación de los Trabajadores (Worker Recovery Accounts) para ayudar a aquéllos evacuados que necesiten ayuda adicional para encontrar trabajo. Conforme a este plan, el gobierno federal proporcionaría cuentas de hasta $5,000, de las cuales esos evacuados podrían retirar dinero para la capacitación laboral y educación para ayudarlos a encontrar un buen trabajo y para gastos de cuidado de niños durante su búsqueda de trabajo.

Y para ayudar a los ciudadanos de bajos ingresos en la región del huracán a forjar vidas nuevas y mejores, también propongo que el Congreso apruebe la Ley de Asentamiento Urbano (Urban Homesteading Act). Con esta estrategia, identificaremos la propiedad en la región que pertenece al gobierno federal y ofreceremos terrenos para construir a los ciudadanos de bajos ingresos, de manera gratuita, por medio de una lotería. A cambio, prometerían construir en el terreno, con ya sea una hipoteca o ayuda de una organización benéfica como Habitat for Humanity. La propiedad de vivienda es uno de los mejores atributos de cualquier comunidad, y debe ser un aspecto central de nuestra visión para la revitalización de esta región.

A largo plazo, la región de Nueva Orleans enfrenta un desafío particular porque gran parte de la ciudad está bajo el nivel del mar. Las personas que la consideran suya deben tener la certeza de que sus vidas serán más seguras durante los próximos años. Proteger una ciudad que es más baja que el agua a su alrededor no es fácil, pero se puede hacer y se ha hecho. Los funcionarios de las municipalidades y los distritos en Nueva Orleans, y los funcionarios estatales en Luisiana participarán en gran medida en las decisiones futuras de ingeniería. Y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército (Army Corps of Engineers) trabajará de su lado para hacer el sistema de protección de inundaciones el más fuerte que jamás haya sido.

El trabajo que se ha iniciado en la región de la costa del golfo será uno de los mayores programas de reconstrucción que el mundo haya visto. Cuando se concluya la labor, todos los estadounidenses tendrán algo de lo cual estar muy orgullosos: y se requiere a todos los estadounidenses en este esfuerzo común. Son los ejércitos de la compasión -las organizaciones benéficas y los lugares de culto y los hombres y mujeres idealistas- los que dan su humanidad a nuestros esfuerzos por reconstruir. Ofrecen a aquéllos que sufren una cara amistosa, un brazo sobre el hombro y la confianza que en momentos difíciles, pueden contar con alguien que se interesa. Por tierra, mar y aire, personas buenas quieren tener un impacto fueron destacadas en la costa del golfo y han trabajado las 24 horas del día desde entonces.

El dinero en efectivo necesario para respaldar los ejércitos de compasión es mucho, y los estadounidenses han hecho donaciones generosamente. Por ejemplo, el programa privado para recaudar fondos dirigido por los ex presidentes Bush y Clinton ya ha recibido donativos por más de $100 millones. Parte de ese dinero se destinará a los gobernadores para que lo utilicen en las necesidades inmediatas dentro de sus estados. Una porción también será enviada a los lugares locales de culto para contribuir a reembolsarles lo que gastaron para ayudar a los demás. Esta noche, aún existen necesidades urgentes, y le pido al pueblo estadounidense que continúe donando al Ejército de la Salvación (Salvation Army), la Cruz Roja y otras buenas organizaciones benéficas y congregaciones religiosas en la región.

También es esencial que las muchas organizaciones del país les tiendan una mano a los conciudadanos en la región del golfo. Por lo que he solicitado que USA Freedom Corps cree un centro de información, disponible en usafreedomcorps.gov, para que las familias en cualquier parte del país puedan encontrar oportunidades de ayudar a familias en la región, o una escuela pueda apoyar a otra escuela. Y desafío a las organizaciones existentes, las iglesias, las tropas de niños exploradores y los sindicatos locales, a que se pongan en contacto con sus homólogos en Mississippi, Luisiana o Alabama, y averigüen qué pueden hacer para ayudar. En esta gran empresa nacional, todos pueden realizar una labor importante y todos deben encontrar su función y hacer lo que les corresponde.

El gobierno de esta nación también hará lo que le corresponde. Nuestras ciudades deben tener planes claros y actualizados para responder a las catástrofes naturales y los brotes de enfermedades, o a un atentado terrorista, para evacuar a una gran cantidad de personas en una situación de emergencia y proporcionar alimentos y agua y seguridad que necesitarían. En tiempos de atentados terroristas y armas de destrucción masiva, el peligro para nuestros ciudadanos va mucho más allá de una falla o una zona aluvial. Considero que la planificación detallada para las situaciones de emergencia es una prioridad nacional de seguridad, y por lo tanto, he ordenado que el Departamento de Seguridad Nacional emprenda un análisis inmediato, en cooperación con sus colegas locales, de los planes de emergencia en cada ciudad importante de los Estados Unidos.

También quiero conocer todos los hechos sobre la respuesta del gobierno al huracán Katrina. La tormenta implicó una inundación masiva, una gran operación de provisiones y seguridad, y una orden de evacuar que afectó a más de un millón de personas. No fue un huracán normal, y el sistema normal de socorro en casos de desastres no estuvo a la par. Muchos de los hombres y las mujeres del Servicio de Guardacostas, la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (Federal Emergency Management Agency), las fuerzas armadas de los Estados Unidos, la Guardia Nacional y los gobiernos estatales y locales actuaron hábilmente durante las peores de las condiciones. Sin embargo, el sistema, en cada nivel del gobierno, no estuvo coordinado bien y estuvo agobiado en los primeros días. Ahora está claro que un desafío de esta magnitud requiere mayor autoridad federal y una función más extensa de las fuerzas armadas, la institución de nuestro gobierno más capaz de operaciones logísticas masivas en el acto.

Cuatro años después de la aterradora experiencia del 11 de septiembre, los estadounidenses tienen todo el derecho de esperar una respuesta más eficaz en un momento de emergencia. Cuando el gobierno federal deja de cumplir con tal obligación, yo, como Presidente, soy responsable por el problema y de la solución. Por lo que he ordenado a cada secretario del Gabinete que participe en un análisis integral de la respuesta del gobierno al huracán. Este gobierno aprenderá las lecciones del huracán Katrina. Analizaremos cada acto y haremos los cambios necesarios, para que estemos mejor preparados para cualquier reto de la naturaleza o acto de hombres malvados que pudieran amenazar a nuestro pueblo.

El Congreso de los Estados Unidos también tiene una función importante de supervisión que cumplir. El Congreso está preparando una investigación, y colaboraré con miembros de ambos partidos para asegurar que el esfuerzo sea minucioso.

En la historia de esta nación, se nos ha recordado a menudo que la naturaleza es una fuerza formidable y que todo en la vida es frágil. Somos los sucesores de hombres y mujeres que sobrevivieron aquéllos primeros inviernos terribles en Jamestown y Plymouth, que reconstruyeron Chicago después del gran incendio, y San Francisco después de un gran terremoto, que recuperaron la pradera de la tormenta de polvo de los años treinta. Cada vez, las personas de este país se han recuperado de incendio, inundación y tormenta para volver a construir, y para construir algo mejor de lo que tenían antes. Los estadounidenses nunca hemos dejado nuestro destino en manos de los caprichos de la naturaleza, y no comenzaremos a hacerlo ahora.

Estas tribulaciones también nos recordaron que somos a menudo más fuertes de lo que pensamos, con la ayuda de la merced y de unos a otros. Nos recuerdan de una esperanza por encima de todo dolor y muerte, un Dios que acoge a los perdidos a una casa que no fue hecha por manos. Y nos recuerdan que estamos unidos en esta vida, en esta nación. y que la desesperación de cualquiera nos afecta a todos.

Sé que cuando se sientan en los escalones de un pórtico donde alguna vez había una casa o duermen en un catre en un albergue abarrotado, es difícil imaginar un futuro prometedor. Pero ese futuro llegará. Las calles de Biloxi y Gulfport nuevamente estarán llenas de bellas casas, y el sonido de niños que juegan. Las iglesias de Alabama harán que sus torres dañadas sean reparadas y sus congregaciones, íntegras. Y aquí en Nueva Orleans, los tranvías retumbarán nuevamente por la St. Charles, y el alma fervorosa de una gran ciudad regresará.

En este lugar, existe una costumbre para los funerales de los músicos de jazz. La procesión fúnebre marcha lentamente por las calles, seguida por un grupo que toca una elegía pesarosa mientras se dirige al cementerio. Una vez que es ataúd ha sido colocado en lugar, el grupo pasa a una "segunda línea" gozosa, que simboliza el triunfo del espíritu sobre la muerte. Esta noche, la costa del golfo está pasando por la elegía, pero viviremos para ver la segunda línea.

Gracias y que Dios bendiga a los Estados Unidos.

END 8:28 P.M. CDT


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