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For Immediate Release
Office of the Press Secretary
20 de mayo de 2005

DECLARACIONES DEL PRESIDENTE EN EL NATIONAL CATHOLIC PRAYER BREAKFAST
Washington Hilton Hotel
Washington, D.C.

8:42 A.M. EDT

EL PRESIDENTE: Gracias por la cálida recepción. particularmente para un metodista. (Risas y aplausos.) Es un honor estar aquí en el Segundo Desayuno Anual de Oración Católica (2nd Annual National Catholic Prayer Breakfast). Esta es una nueva tradición, pero sus promesas son intemporales para los católicos estadounidenses: agradecerle al señor por la bendición de la libertad, renovar nuestra dedicación compartida a esta gran república y orar para que Estados Unidos use el don de la libertad para forjar una cultura de vida. (Aplausos.)

Siento que Laura no esté aquí. Probablemente piensen que está preparando un par de bromas. (Risas.) Pero en realidad está visitando Jordania y Egipto e Israel para diseminar la labor de la libertad. (Aplausos.) Pero sé que si estuviese aquí, me acompañaría al agradecerles a ustedes y a millones de otras personas a quienes nunca llegaremos a darles las gracias personalmente por sus innumerables oraciones. Es una experiencia maravillosa ser Presidente de una nación donde extraños de todas religiones rezan por mí y Laura. Y les diré, me da tal paz de espíritu y me permite cumplir con mi labor mucho mejor cuando me animan las oraciones. Gracias por su oraciones. (Aplausos.)

Quiero darle las gracias a Leonard Leo por su bondadosa presentación. Deseo darle las gracias a Joe Cella, presidente del National Catholic Prayer Breakfast. Deseo darle las gracias a Su Eminencia, el Cardenal Theodore McCarrick. ¡Qué hombre tan bueno! ¡Qué tal fuente de esperanza! (Aplausos.) Su Eminencia resplandece en la capital de la nación. Aplausos.) Le agradezco al Arzobispo Chaput de Denver. Gracias por estar aquí, señor. Le pido disculpas por no poder escuchar sus palabras. Dijo, le estamos pagando mucho dinero. Regrese a trabajar. (Risas.) Afortunadamente, no dijo, le estamos pagando demasiado dinero, regrese a trabajar. (Risas.)

Le agradezco al Arzobispo Gómez del gran estado de Texas. (Aplausos.) Hermana, muchísimas gracias. Almirante, muchísimas gracias, señor. Carl Anderson, de los Supreme Knights of Columbus, está hoy con nosotros. Carl, gracias por su amistad. (Aplausos.)

La contribución de los católicos a la libertad de los Estados Unidos data de la fundación de nuestro país. En 1790, cuando George Washington -el primer George W. - (risas y aplausos) recién había asumido el mando. les escribió una carta a todos los católicos de los Estados Unidos. Les aseguró que "sus conciudadanos no se olvidarán del papel patriótico que desempeñaron para lograr su revolución". Es un honor para mí estar ante ustedes para ofrecerles mi gratitud por la labor que los hijos e hijas católicos de los Estados Unidos realizan a favor de nuestra nación. Este trabajo incluye asombrosos actos de compasión por medio de nuestras instituciones basadas en la fe que ayudan a los estadounidenses necesitados, particularmente las escuelas católicas que educan a millones de nuestros conciudadanos y les dan esperanza a niños de todas las religiones en los barrios pobres. (Aplausos.)

Esta mañana primero le daremos gracias a Dios por la bendición compartida de la libertad de los Estados Unidos. Los católicos siempre supieron que una sociedad basada en el respeto de las creencias religiosas de otros sería un país donde podríamos alcanzar logros y prosperar.

Cuando el escritor francés de Tocqueville visitó estas orillas en los años 1830, notó que el país más democrático del mundo también era el lugar donde más avanzaba la religión católica. Llamó a los católicos no sólo los creyentes más fervientes de nuestro país, sino también los ciudadanos más independientes. (Risas.) Como me he percatado al lidiar con el Senador Santorum. (Risas y aplausos.)

Esta mañana también reafirmamos que la libertad radica en las verdades evidentes sobre la dignidad humana. El Papa Benedicto XVI recientemente advirtió que cuando nos olvidamos de estas verdades, corremos el riesgo de caer en el relativismo de la dictadura, donde ya no podemos defender nuestros valores. Tanto católicos como no católicos pueden sentirse alentados por el hombre que se sienta en el trono de San Pedro, porque habla con afecto sobre el modelo estadounidense de la libertad, cuya raíz en la convicción moral.

Esta mañana oramos por los muchos católicos que están al servicio de los Estados Unidos por la causa de la libertad. Uno de ellos es un capellán del Ejército llamado Tim Vakoc. Es un sacerdote muy querido que fue herido gravemente en Iraq el pasado mayo. Oramos por su recuperación, y su sacrificio nos inspira. Siguiendo las mejores tradiciones de los capellanes estadounidenses, le dijo a su hermana, "Lo más seguro para mí es hacer exactamente la voluntad de Dios, y si eso es en la línea de fuego, all estaré. La hermana del Padre Tim, Anita Brand, y su familia, nos acompañan hoy, y una nación agradecida expresa su gratitud al valiente reverendo. (Aplausos.)

Los católicos han mecho sacrificios durante toda la historia de los Estados Unidos porque comprenden que la libertad es un obsequio divino que conlleva responsabilidades serias. Entre las principales de estas responsabilidades está proteger a los miembros más vulnerables de nuestra sociedad. Ese fue el mensaje que el Papa Juan Pablo II proclamó tan incansablemente durante toda su vida y explica el extraordinario cariño por Su Santidad en el oficio de difuntos al que Laura y yo tuvimos el privilegio de asistir en Roma. Explica por qué cuando los hombres que cargaron su ataúd por las escaleras y voltearon a mostrárselo a los millones que estaban allí, precisamente cuando se inclinaba el ataúd, el sol resplandeció para que todos lo vieran. (Aplausos.)

La mejor manera de honrar a este gran defensor de la libertad humana es continuar forjando una cultura de vida donde los fuertes protegen a los débiles. (Aplausos.) Por lo tanto, hoy pido las oraciones de todos los católicos por la confianza continua en los designios de Dios, la sabiduría para hacer lo correcto y la fuerza y la convicción de que mientras Estados Unidos siendo siga fiel a las verdades de su fundación, Estados Unidos siempre será libre.

Gracias por permitirme venir. Que Dios los bendiga a todos y que Dios continúe bendiciendo a los Estados Unidos. (Aplausos.)

END 8:51 A.M. EDT




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