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Office of the Press Secretary
15 de enero de 2005

DISCURSO RADIAL DEL PRESIDENTE A LA NACIÓN

Buenos Días. Esta semana me reuní con algunos conciudadanos en distintas partes del país para discutir una de las grandes responsabilidades de nuestra Nación: la de fortalecer el Seguro Social para nuestros hijos y nietos.

Durante setenta años, el sistema del Seguro Social ha cumplido con la promesa hecha por el Presidente Franklin Roosevelt: mantener a nuestros ciudadanos mayores fuera de la pobreza, asegurando al mismo tiempo a los estadounidenses más jóvenes un futuro más seguro. Junto con pensiones financiadas por los empleadores y los ahorros personales, para millones de estadounidenses el Seguro Social es un elemento crítico en sus planes para un retiro estable. Y para los ciudadanos de edad avanzada hoy en día, y los que se estén cerca del retiro, el sistema es sólido. Pero para los trabajadores más jóvenes, el Seguro Social se encuentra camino a la bancarrota - y si no lo arreglamos ya, el sistema no podrá pagar los beneficios prometidos a nuestros hijos y a nuestros nietos.

Cuando el Presidente Roosevelt firmó la Ley del Seguro Social en 1935, la expectativa de vida promedio era de unos 60 años - lo cual significaba que la mayoría de los estadounidenses no vivirían para ser elegibles a los beneficios, en este entonces fijado como los 65 años. Hoy en día, la mayoría de los estadounidenses disfrutan de vidas más largas - y de retiros más largos. Y eso presenta un desafío que se avecina: en vista de que el Seguro Social fue creado como un sistema "pague según surja el gasto", los retirados actuales son financiados con los impuestos pagados por los trabajadores actuales. Lamentablemente, la proporción de trabajadores a retirados está disminuyendo a paso firme. En los años 1950, había más o menos 16 trabajadores pagando lo que cada retirado sacaba. Hoy en día, es aproximadamente tres trabajadores por cada beneficiario. Y cuando los trabajadores de hoy que tienen entre 20 y 30 años de edad se empiecen a retirar, habrá poco más de dos.

Lo que esto significa es que para el año 2018, el sistema estará en cifras negativas - pagando más en beneficios cada año de lo que recibirá en impuestos salariales. Después de eso las deficiencias crecerán, hasta 2042 cuando el sistema en su totalidad estará en quiebra. El déficit total proyectado es de 10.4 billones de dólares. Para poner ese número en perspectiva, 10.4 billones de dólares es casi dos veces los salarios combinados de todos los estadounidenses que trabajaron en el año 2004.

Cada año que pospongamos la crisis que se avecina, más elevado será el precio que tendrán que pagar nuestros hijos y nuestros nietos. Según los fideicomisarios del Seguro Social, con sólo esperar un año aumenta en 600 mil millones de dólares el costo de arreglar el Seguro Social. Si no actuamos ya, el gobierno eventualmente tendrá sólo dos opciones: dramáticamente reducir los beneficios, o imponer un aumento económicamente desastroso en los impuestos. Dejarles a nuestros hijos un desastre tal sería una traición por parte de nuestra generación. Se lo debemos al trabajador estadounidense arreglar el Seguro Social ahora - y nuestras reformas comienzan con tres compromisos fundamentales:

Primero, si usted está recibiendo su cheque del Seguro Social, o si está cerca del retiro, nada cambiará para usted. Sus beneficios están seguros.

Segundo, no debemos aumentar los impuestos salariales de los trabajadores estadounidenses - ya que aumentar los impuestos frenaría el crecimiento económico.

Tercero, debemos dar a los trabajadores más jóvenes, sobre una base voluntaria, la opción de ahorrar parte de sus impuestos salariales en una cuenta de retiro personal.

A diferencia de los beneficios del Seguro Social, que pueden ser quitados por los políticos, el dinero en una cuenta personal sería suyo. Y a diferencia del dinero que usted contribuye al Seguro Social hoy en día, el dinero en las cuentas personales crecería. Una criatura que nace hoy puede esperar un rendimiento de menos del dos por ciento, después de la inflación, sobre el dinero que contribuya al Seguro Social. Una mezcla conservadora de bonos y acciones, con el tiempo produciría un mayor rendimiento. Las cuentas personales le darían a todo trabajador joven, sin tomar en cuenta su ingreso, la oportunidad de poner a un lado ahorros para sus años posteriores, y dejar algo a sus hijos.

Salvar al Seguro Social es un desafío económico. Pero también es una profunda obligación moral. Los jóvenes estadounidenses de hoy merecen la misma seguridad de la que disfrutaron sus padres y sus abuelos. Porque el sistema está dañado, y se están haciendo promesas que el Seguro Social no podrá cumplir tenemos que actuar ya para fortalecer y conservar el Seguro Social. Espero poder trabajar con los miembros del Congreso de ambos partidos para cumplir con la promesa del Seguro Social.

Gracias por escuchar.